Calama vivió más de 15 horas sin energía eléctrica debido a un corte de suministro a nivel nacional, lo que dejó a la ciudad prácticamente incomunicada. La telefonía funcionó de manera intermitente, dejando a la población vulnerable y sin acceso a información confiable.
La incertidumbre llevó a muchos a buscar desesperadamente sus antiguas radios a pilas, que en medio del apagón se convirtieron en la única ventana al mundo. En lo personal, agradezco a mi compañero de universidad, Mario Álvarez de Radio Bío-Bío, quien nos mantuvo informados con gran profesionalismo durante la madrugada.
Sin embargo, la poca información sobre lo que ocurría en la zona solo llegaba a través de los propios auditores. Ante esta situación, se esperaba que las autoridades comunales usaran emisoras nacionales como la mencionada Radio Bío-Bío o Radio Cooperativa para entregar mensajes oficiales, pero eso nunca ocurrió.
El apagón y la importancia de los medios locales: La diferencia entre Calama y Antofagasta
Mientras Calama quedó a la deriva en medio del apagón nacional, con una población incomunicada y sin acceso a información oficial, en Antofagasta la situación fue distinta. Gracias al Consorcio Canal 95 y su despliegue de medios, la comunidad pudo mantenerse informada durante la emergencia.
La experiencia de Antofagasta deja en evidencia la importancia de fortalecer los medios regionales, dotándolos de las herramientas necesarias para cumplir su labor informativa cuando más se les necesita. En contraste, lo vivido en Calama y otras comunas de la región, demuestra lo vulnerable que queda una ciudad cuando no hay canales de comunicación efectivos en momentos de crisis.
Este apagón no solo fue un problema de energía, sino una lección sobre el rol clave de la información y la necesidad de garantizar que la población no quede en la incertidumbre cuando más requiere orientación y respuestas.
Una vulnerabilidad preocupante
Más allá de la falta de respuesta de las autoridades, lo ocurrido nos obliga a una reflexión aún más profunda: ¿qué tan peligroso es que los servicios vitales y estratégicos estén en manos de privados, muchos de ellos internacionales? El colapso total de la energía y las telecomunicaciones en todo el país demuestra la fragilidad de un modelo que ha buscado minimizar al máximo el rol del Estado en sectores clave.
El apagón dejó en claro que, en momentos críticos y de emergencia, la falta de control estatal sobre estos servicios expone a la ciudadanía a la incertidumbre y el desamparo. La realidad de estas últimas horas demuestra lo contrario de lo que promueve el modelo neoliberal: lejos de un Estado mínimo, lo que se requiere es una estructura pública capaz de garantizar la continuidad de servicios esenciales para la población.
Lo positivo en medio del caos
Pese a la crisis, hubo aspectos destacables que ayudaron a mitigar el impacto en Calama:
1.- El rápido despliegue de Carabineros: Se movilizaron con agilidad para controlar el tránsito y prevenir accidentes en medio de la oscuridad.
2.- El compromiso de Salcobrand: Sus sucursales en calle Vivar y en el Jumbo fueron las únicas farmacias operativas gracias a generadores. Además, permitieron compras en efectivo y entregaron vuelto ante la falta de cajeros automáticos, facilitando la adquisición de medicamentos y artículos esenciales.
3.- Los almacenes de barrio: A pesar de la alta demanda de productos como pan, pilas, velas y agua, la mayoría mantuvo sus precios sin especulación, demostrando un gran sentido de comunidad.
¿Y si hubiera sido peor?
Calama quedó a la deriva y fue la organización colectiva la que permitió sortear la emergencia de la mejor manera posible. Pero esta vez fue solo un corte eléctrico. ¿Estamos preparados para enfrentar una catástrofe mayor?
Las autoridades tienen mucho por mejorar, pero la discusión de fondo es aún más relevante: ¿seguiremos dependiendo de empresas privadas que manejan servicios estratégicos sin control real del Estado? Este apagón nacional debe ser una advertencia.