El Norte Grande, nuestro Antofagasta, en el siglo XX fue escenario de cruentas luchas por parte de salitreros, mineros, que lograron ensanchar caminos hacia una vida cada vez más digna, cada vez más esperanzadora, cada vez más llena de felicidad.
Vivir como producimos, principio que pulsa en el corazón del municipio que Iriarte liderará, no solo viene a establecer un presente portentoso, sino que recupera el sentir más noble de nuestra identidad. Es bramido irrumpiendo desde lo más profundo de nuestras raíces.
Vivir como producimos martilla, retumba, resuena desde la memoria de nuestros abuelos salitreros, desde nuestras abuelas, en el alma de los que con sus manos construyen su presente y en el anhelo eterno de tener la vida que nos merecemos.
Hoy, esas mismas energías resuenan en las propuestas de Pablo, quien busca rescatar ese legado para ponerlo al servicio del presente. Legado que pervive cada día en trabajadoras y trabajadores que mediante su esfuerzo construyen la vida merecida. «Siempre he vivido y viviré en esta tierra que me ha entregado tanto», dice Pablo, demostrando así su anclaje a la historia nuestra, demostrando así su pasión eterna, que es nuestra pasión eterna, para que nuestro hogar rebose en bienestar.
Esfuerzo que no merece que se lo siga llevando el viento, que no merece la omisión, que no merece el olvido. Valioso esfuerzo que merece estar presente, que debe ser valorado y reconocido.
Esfuerzo que merece una ciudad económicamente más justa, en el que el sueldo permita encumbrar vuelo hacia una vida mejor. Esfuerzo de trabajadoras y trabajadores que desean estar en el centro de las preocupaciones, que no quieren más postergación, que desean que sus familias sean verdadera prioridad para el goce en conjunto de una vida placentera.
Iriarte no está solo, cada camino ensanchado guarda en sí la riquísima diversidad existente en nuestro habitar. Impulso colectivo, oleaje incontenible que fluye y arrastra las apáticas sombras que intentan envolvernos, transitando en la senda de un Antofagasta renovado que brilla con fuerza.
«Queremos que Antofagasta siga siendo una ciudad para trabajar, pero que también pueda llegar a ser una ciudad para vivir plenamente». Asunto que es manifestación de un deseo colectivo, un llamado a la acción, un llamado a la hermandad, al diálogo, al entrelazamiento de confianzas, al reencuentro, a la esperanza.
Donde cada una, donde cada uno cuenta. Donde los protagonistas seremos nosotros y nosotras, vecinos y vecinas que cumplirán una tarea trascendental: hacer posible un vivir y convivir sin miedo, justo, feliz, digno y en paz.
Una vida repleta de amor.