Dan las nueve de la noche y la familia se levanta de la mesa luego de tomar té. Hubo pan batido y palta, también queso y dulce de membrillo. No faltaba la bebida cola, el té en bolsita y el tarro de Nescafé. Figúrese entonces que el abuelo invita a los nietos a la sala de estar para contarle algunas historias de su ciudad natal, Taltal. Su pasado, sus callejuelas, su costa y su calor. El hombre se sienta en el sillón, mira hacia la ventana y comienza a hablar. Más o menos así se siente leer “Monólogo de una bicicleta azul”, del escritor Héctor Cordero Vitaglic (Taltal, 1946).
Publicado por Ediciones Hurañas en 2024, este libro es una recopilación multiformato donde se aprecia de inmediato la estrecha relación del autor con su querida Taltal, proyectándose este cariño también a la ciudad de Antofagasta y al Norte Grande en general. En estos escritos aparecen personajes célebres, amigos, parejas, paisajes y sucesos históricos que no solo le dan a la publicación un valor literario, sino también referencial.
El libro se divide en tres partes: la primera, llamada “Recuerdos de Taltal”, es una selección de textos del autor sobre su ciudad natal. Le sigue un interludio poético más bien corto, y cierra la triada una selección de crónicas que escribió Cordero para El Mercurio de Antofagasta. Esta multiplicidad de formatos puede dar la sensación de que el libro carece de una estructura cohesionada, pero la apuesta funciona, y cada parte dialoga correctamente con las otras. Todas evocan, a fin de cuentas, una misma sensación de nostalgia.
Porque este no es un libro que hable del futuro, ni siquiera del presente. Su foco está en el pasado, al que ensalza y desea, con una voz literaria que añora y a ratos sufre por una juventud que ya no está, por amigos que se han ido o por glorias convertidas en vestigios. Y va de menos a más, como si el autor, arriba de la bicicleta nominativa del libro, comenzara a subir un cerro algo escarpado, para luego tomar aire en la cima —todavía con cierta dificultad—, y finalmente lanzarse a toda velocidad hacia sus faldas, con maestría y rapidez.
La primera sección tiene algunos textos interesantes, hasta enternecedores, especialmente cuando Héctor cuenta sobre su niñez o sobre las tardes de travesuras y juegos con sus amigos. Menos interesantes resultan los textos descriptivos sobre sucesos históricos de Taltal, o la presentación de publicidades y noticias provenientes de periódicos de la primera mitad del siglo XX, que no terminan de funcionar con los relatos más personales.
La sección de poemas, si bien es breve, cuenta con algunos textos realmente bellos y siempre desde esa nostalgia que recubre todo el libro, con versos como “quisiera ser el incendio mismo que borrara de tu absurda memoria los recuerdos”, o “que den vueltas las hojas de los años aprisa, y acaben los sueños y la vida”. Es un puente que se agradece.
Finalmente, es en la sección de crónicas de El Mercurio de Antofagasta donde el escritor demuestra toda su capacidad literaria y cercanía con el norte de Chile. Esto resulta especialmente significativo en un contexto como el de hoy, donde los medios de comunicación tradicionales promueven cada vez menos textos de calidad literaria. En estas crónicas se nota la pluma de un artista. Destaco especialmente “La muerte en Granada”, por su valor lírico, y “Una sociedad de poetas muertos”, por su reflexión histórica del norte de Chile.
En definitiva, “Monólogo de una bicicleta azul” es un buen libro, que recomiendo especialmente a quienes tengan una relación estrecha, como el autor, con el norte de Chile. Más aún si ese “norte de Chile” resulta ser Taltal, la gran protagonista de estas páginas. El libro se puede conseguir en todos los puntos de venta de Ediciones Hurañas (@edicioneshuranas).