Cuesta encontrar las palabras adecuadas para describir el clima de negacionismo que se ha instalado en los últimos meses en nuestro país, a 50 años del golpe de Estado.
Con vergüenza y dolor constatamos que hay sectores políticos -de derecha y de ultra derecha- que no dudan a la hora de reivindicar a la dictadura de Augusto Pinochet que persiguió, torturó, violó, asesinó e hizo desaparecer a tantos chilenos y chilenas. Régimen militar que contó con la complicidad de civiles, jueces, medios de comunicación y empresarios.
Ante este escenario, tenemos el deber de profundizar en cada acto de memoria, no solo en esta coyuntura de conmemoración, si no de manera permanente. No podemos olvidar y no podemos dejar de recordar. Pero tampoco podemos dejar de exigir verdad y justicia.
Solo con justicia nuestra sociedad podrá comenzar a sanar las heridas. Solo con justicia luego podremos tener gestos auténticos de reparación.
Más de 3.000 vidas fueron apagadas de la manera más cruel posible, de las cuales aún hay más de 1.000 desaparecidos, cuyos cuerpos no han podido ser encontrados y sepultados por sus familias. Más de 40.000 personas fueron víctimas de prisión política y tortura por parte de agentes del Estado.
En nuestra región, 97 personas fueron asesinadas, de las cuales 9 permanecen desaparecidas. Solo por mencionar un episodio, en Tocopilla la mina La Veleidosa se convirtió en la tumba de dirigentes y trabajadores que fueron ejecutados y lanzados al interior del pique por parte de Carabineros.
Hoy queremos rendir un homenaje a las Agrupaciones de Familiares y Amigos de los Ejecutados Políticos y Detenidos Desaparecidos, por su incansable lucha y ejemplo. También a las organizaciones de Derechos Humanos y Memoria por su compromiso inclaudicable.
Como medio de comunicación, queremos reafirmar nuestro compromiso con una sociedad democrática y respetuosa de los Derechos Humanos. Nada justifica derrocar a un Presidente elegido democráticamente, nada justifica que se persiga, asesine y haga desaparecer a una persona por pensar distinto.
Hoy, con mucha fuerza y convicción decimos que nada y nadie está olvidado y que NUNCA MÁS puede existir una dictadura.