¿Por qué nosotres?

Este jueves 15 de mayo se aprobó en la cámara de diputados el Informe CEI-57 que, entre otras cosas, pone en riesgo a las infancias trans y no binarias, recomienda terminar con el Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género (PAIG) y atenta contra la identidad de la comunidad en espacios educativos.

Se trata de políticas impulsadas por una narrativa que la derecha ha instalado tanto a nivel nacional como internacional. La desinformación de estos caudillos ha buscado responsabilizarnos de cuanto problema hay en el mundo. Que protegen a las infancias, que despilfarramos los recursos de la nación y que los síntomas de un modelo en crisis son nuestra culpa. ¿Por qué?

En un momento casi caricaturesco, Donald Trump se presentaba frente al congreso como un salvador, afirmando que junto a Elon Musk habían descubierto que el gobierno estadounidense gastó al menos 8 millones de dólares en “crear ratones trans”. Bulo que el Instituto Nacional de la Salud aclaró rápidamente, exponiendo los alcances reales del estudio que buscaba, entre otras cosas, explorar los efectos de terapias hormonales –que no son exclusivas de la comunidad trans y como observaremos más adelante, de escaso acceso– en distintos ámbitos de la salud como la recuperación de heridas, VIH y fertilidad. Pero la ola de manipulación y mentiras no se detiene en el norte del continente y se replica en Chile.

Un estudio realizado por Ipsos en 2023 estima que la población trans en Chile corresponde nada más que al 3%. Mientras que en la Encuesta de las Juventudes del Injuv, realizada el 2022, sólo el 1,7% se identificó como transgénero. En ese contexto, la Encuesta de Identidades del Movilh indicó que el 58,64% lo sabía antes de los diez años y el 19,17% antes de los cinco. Además, de esta pequeña comunidad el 68% no ha recibido tratamiento hormonal y el 15% lo hizo a través del sector privado. Por otro lado, el 29,7% no sabe dónde recibir tratamiento y el 28,2% no puede pagarlo, remarcando la importancia de los programas de acompañamiento y el deber del sector público con las personas trans.

Según el mismo estudio, el 76,1% fue víctima de discriminación en su vida y el 45,9% decide no comentar su identidad en los servicios públicos por miedo a agresiones, amenazas o acoso. El 52,1% se ha hecho daño -el 46,7% empezó entre los once y los quince años- y el 35% ha intentado suicidarse. Poner en riesgo los avances del colectivo implica un acto represivo y violento contra las niñeces y juventudes trans, empujándoles a la marginalidad, la autolesión, el suicidio y la deshumanización de sus experiencias, mentes y cuerpos.

Makarena Salles, presidenta de agrupación Arcoíris y representante de La Macrozona Norte en Red Trans Chile, afirma que los discursos promovidos por diputados en la cámara fomentan el odio, el estigma, la criminalización hacia nuestras niñeces y juventudes trans. Además, estos actos atentan contra los compromisos internacionales que sostiene Chile en materia de Derechos Humanos. En un comunicado publicado por Red Trans Chile, se exige el cese inmediato de las campañas de desinformación que ponen en riesgo a las infancias y adolescencias trans. También se solicita que el congreso actúe conforme a criterios técnicos, éticos y científicos y, finalmente, que se respete el rol del MINSAL como institución garante del derecho a la salud integral.

Ser trans es la enunciación identitaria más radical. Es afirmarse en tu diferencia. Pero también una tremenda vulnerabilidad y alienación creada por la sociedad, los modelos sociales, políticos, económicos, culturales; y los sistemas públicos y privados. El costo de proteger a esta pequeña comunidad es mínimo, a diferencia de como quieren hacer creer las narrativas que buscan instalar los populistas del binarismo.

De esta manera, en Chile como en Estados Unidos, desde Kayser hasta Trump y todos sus derivados, engañan a la opinión pública, creando un enemigo ficticio y no haciéndose cargo de los problemas que en verdad aquejan a Chile y el mundo. El único resultado de estas políticas es que las infancias que tanto dicen “proteger” se conviertan en estadísticas de depresión, autolesión y suicidio por no poder vivir y experimentar su identidad libremente.

En consecuencia, la resistencia de las personas trans no basta por sí sola: Se vuelve igualmente imprescindible la empatía, la autoeducación y la protección activa por parte de quienes no pertenecen al colectivo cuando se ponen en riesgo nuestras vidas, identidades y derechos.