Desde hace dos años, el Salar de Ollagüe, un ecosistema único ubicado en la zona andina fronteriza con Bolivia, enfrenta una grave crisis ambiental debido al vertido continuo de aguas servidas. Una motobomba defectuosa en una cámara de acumulación de aguas residuales ha generado una vega artificial que ha impactado severamente la biodiversidad y la calidad de vida de la comunidad local.
La proliferación de insectos, los malos olores y los riesgos sanitarios han afectado directamente a los habitantes, sin que hasta ahora las autoridades hayan brindado respuestas efectivas. Así lo confirma Víctor Nina Huanca, integrante del directorio de la comunidad Quechua de Ollagüe.
“Hay bombas que han fallado desde hace mucho tiempo y no hay mantención hace más de medio año. Todas las aguas están llegando al Salar de Ollagüe, sobre la misma superficie de este preciado ecosistema, al lado de la cancha de fútbol. Dependiendo de los vientos, en Ollagüe a veces ni se puede respirar”, comentó el dirigente.
Este caso pone en tela de juicio la Estrategia Nacional del Litio del gobierno. En mayo de 2024, el Estado anunció con orgullo la creación de una Red de Salares Protegidos, que busca conservar el 30% de los salares y lagunas del altiplano para proteger su biodiversidad, recursos hídricos y capacidad de secuestrar carbono. Sin embargo, el Salar de Ollagüe, por su condición binacional, quedó excluido de esta red y fue destinado a la explotación privada.
El origen del problema
El problema comenzó cuando la motobomba encargada de extraer las aguas residuales falló, generando un vertido continuo en el salar. Aunque inicialmente los camiones aljibes transportaban las aguas negras a Calama, el volumen superó la capacidad de extracción, dejando el excedente fluyendo directamente hacia el ecosistema.
“No estamos pidiendo que Ollagüe sea un pueblo de lujo, pero al menos que exista un respeto a nuestras vidas y a nuestros derechos humanos, como el acceso a servicios básicos. La luz se corta y sufrimos con la captura de agua cada temporada de lluvia”, afirma Víctor Nina Huanca.
“La autoridad local se ha comprometido a una planta provisoria mientras se implementa una definitiva. Se necesitan camiones que saquen esas aguas negras, estamos realmente muy molestos todos los vecinos, se ha creado un humedal artificial con estas aguas”, recalca Maribel Anza, integrante del directorio de la comunidad Quechua de Ollagüe.
El impacto de esta contaminación es devastador. A pocos metros de las casas, las aguas negras han creado una vega artificial que, además de producir un hedor insoportable, ha provocado la proliferación de moscas y otros vectores de enfermedades, afectando directamente la salud y calidad de vida de los habitantes. La comunidad quechua de Ollagüe ha intentado movilizarse para denunciar esta situación, pero hasta ahora no ha habido respuestas efectivas por parte de las autoridades locales o nacionales.
*Imágenes: Darío Alejandro Cuellar Arellano.