Este domingo 24 de noviembre, la región de Antofagasta volverá a las urnas para definir al próximo gobernador regional en una elección que ha estado marcada, no por un debate de propuestas y soluciones, sino por ataques cruzados y polémicas personales entre los candidatos Ricardo Díaz, actual gobernador y ex consejero regional, y Marcela Hernando, ex ministra de Minería y con un largo historial de cargos públicos.
La campaña se ha caracterizado por un tono especialmente confrontacional, que ha dejado poco espacio para la discusión sobre ideas y proyectos para la región. Hernando ha centrado su estrategia en cuestionar la gestión de Díaz, insinuando posibles actos de corrupción. Por su parte, Díaz ha respondido con críticas a la trayectoria de Hernando, señalando problemas de transparencia en su período como alcaldesa de Antofagasta y recordando investigaciones por mal uso de vehículos fiscales y sanciones del Consejo de Transparencia.
Esta escalada de acusaciones ha contribuido a desviar la atención del electorado de temas fundamentales para la comunidad, avivando un ambiente de polarización y conflicto que ha profundizado la desafección hacia la política. Cabe recordar que en la primera vuelta más de 77.000 personas votaron nulo o en blanco, convirtiendo esta opción en la mayoría frente a los candidatos. Este escenario evidencia el desencanto ciudadano con una elección que parece más enfocada en el conflicto que en las soluciones.
La contienda se agrava por el hecho de que ambos candidatos pertenecen al mismo espectro político de centroizquierda. Este enfrentamiento fratricida envía una señal preocupante a la ciudadanía: si las figuras políticas que deberían trabajar juntas no son capaces de unirse ni debatir con altura de miras, ¿cómo pueden esperar que los ciudadanos confíen en ellos?
La campaña de Hernando, además, ha estado marcada por la participación de los hermanos Araya —Jaime, diputado, y Pedro, senador—, quienes, a pesar de pertenecer al PPD, partido que apoya oficialmente a Díaz, se han alineado con la candidatura de Hernando. Esta división ha sumado un componente de controversia por el historial de Jaime Araya y las cuestionadas boletas emitidas a la empresa SQM, caso que aún pesa en la opinión pública.
Por otro lado, el respaldo de la diputada Catalina Pérez a Ricardo Díaz ha generado polémica, dada la vinculación de la parlamentaria con el llamado «caso convenios». Díaz se ha visto obligado a rechazar públicamente el apoyo de la legisladora, en un intento por distanciarse de las sombras que genera su figura. Sin embargo, este hecho también ha generado controversia al interior del Frente Amplio.
En lugar de aprovechar esta campaña para presentar propuestas concretas para la región, los candidatos han optado por disputas que solo contribuyen a la desconfianza. Con la segunda vuelta a la vuelta de la esquina, la región de Antofagasta enfrenta una difícil decisión, no solo entre dos personas, sino entre un enfoque político que parece estar perdiendo su conexión con las necesidades reales de la gente.