Columna: ¡A erradicar la violencia de nuestras comunidades educativas!

Rechazo tajantemente la violencia que ha sufrido un estudiante del Programa de Integración Escolar (PIE) del Liceo Industrial Eulogio Gordo Moneo, liceo al cual pertenezco. Cuesta ver cómo nuestra sociedad, nuestras autoridades, nuestros representantes políticos, las familias y los mismos estudiantes no logran dimensionar la verdadera tragedia que estamos viviendo.

La violencia hacia nuestros estudiantes no solo hiere a quienes la sufren directamente, sino que destruye proyectos familiares, daña la vida presente y futura de nuestros estudiantes, deja marcas imborrables en sus vidas…. He visto de cerca como padecen temores, sufrimientos y angustias. Cómo sus problemas de salud mental se agravan en medio de esta epidemia de violencia que azota nuestras escuelas.

Violencia pandémica que pone en peligro real la vida de nuestros estudiantes y socava una educación pública que ya está en crisis, afectando aún más a aquellos que ya se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.

No podemos quedarnos de brazos cruzados ante esta realidad. Por eso, hay que avanzar urgente en:

-Interponer de manera inmediata acciones legales ante la superintendencia de educación, la defensoría de la niñez, la fiscalía y cualquier otra instancia que sea necesaria. La protección de nuestros estudiantes no puede esperar.

-Es crucial interponer recursos de protección contra nuestro sostenedor y contra el Estado de Chile. No han cumplido con su obligación legal de resguardar los derechos de niños y adolescentes, tal como lo establece la Convención Sobre los Derechos del Niño, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la Constitución de nuestro país, la ley general de educación y otros cuerpos legales afines.

-En nuestras comunidades educativas, necesitamos discutir de inmediato el Plan de Mejoramiento Escolar (PME); el Plan Anual de Desarrollo Educativo Municipal (PADEM), para asegurar los recursos humanos, materiales e inmateriales que garanticen la seguridad y la sana convivencia; evaluar los Proyectos Escolares Institucionales (PEI), los Manuales de Convivencia, los Reglamentos de Promoción y Evaluación, y todos los instrumentos normativos de nuestras comunidades educativas. Todo en dirección de hacer realmente posible una convivencia basada en la paz y en la democracia. En dirección a asegurar realmente la inclusión, no reposando ella solamente desde el conocer-hacer clínico -la inclusión es más que un diagnóstico y más que una mera actuación sobre esa diagnóstico-.

-Desarrollo inmediato del Plan Integral Contra la Violencia que los docentes del Liceo Industrial venimos exigiendo desde el 2021. Si esto se hubiera realizado cuando lo demandamos, muchas situaciones hubieran sido prevenidas: ¡La erradicación de la violencia no corresponde solo a inspectoría!

-Reevaluar la utilización de la Subvención Escolar Preferencial (SEP) para que estos recursos realmente se usen en resolver las necesidades de nuestros estudiantes.

-Exigir un estudio certero por parte de la CMDS y del municipio para determinar las necesidades materiales e inmateriales de las comunidades escolares, con el fin de transferir los recursos municipales necesarios. Hoy no hay excusas, los recursos provenientes del royalty minero permiten al municipio enfrentar de mejor manera la violencia y lograr una sana convivencia escolar. Solo falta voluntad: la educación y la vida de nuestros estudiantes debe ser prioridad de primer orden.

-Urge acelerar la discusión y el despacho inmediato del proyecto de ley sobre «Convivencia Escolar, Buen Trato y Bienestar de las Comunidades Educativas». Es lamentable, repudiable y condenable la indiferencia con la que se está abordando la violencia en nuestras comunidades escolares. Cada segundo que pasa aumentan exponencialmente los riesgos que ponen en peligro la vida de nuestros estudiantes.

Estudiantes, apoderados, vecinos y vecinas, trabajando unidos podremos recuperar la sana convivencia en nuestras escuelas, para que éstas vuelvan a ser espacios seguros donde nuestros estudiantes, sus hijos, nuestros vecinos y vecinas se puedan desarrollar en la materialización de sus necesidades y en el cumplimiento de sus sueños. Para que, parafraseando a Lemebel, no nazcan más niños con sus alitas rotas y puedan realmente encumbrar vuelo hacia un horizonte lleno de dignidad, paz y felicidad.

By Raúl Roblero Barrios

Raúl Roblero Barrios es profesor y secretario del colegio de Profesores de Antofagasta.

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