Más vale tarde que nunca. Al fin el dictador Augusto Pinochet dejó de ser hijo ilustre de Antofagasta.
De forma unánime, el concejo municipal tomó la decisión de borrar al genocida de la lista de hijos ilustres de nuestra ciudad. Con esta decisión han dado un ejemplo de cómo se debe actuar con respecto a la figura del tirano y ladrón.
Porque los violadores de los derechos humanos no merecen otro reconocimiento más que el peso de la historia. Y solo deben ser apuntados como lo que son, y en el caso de Chile, como lo que fue: un genocida y traidor de su pueblo.
Con este asunto zanjado, ¿por qué ahora no pensar en quienes podrían tener el honor de ser considerados hijos o hijas ilustres de Antofagasta?
Es aquí donde nuestra ciudad podría destacarse de dos formas: la primera, no llegar atrasados con el lamentable reconocimiento póstumo; y la segunda, al reconocer que Chile, y principalmente Antofagasta, crecieron en parte gracias a la inmigración.
Hoy, el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2023 es un antofagastino, don Gastón Soublette. Además, tenemos a la Premio Nacional de Derechos Humanos 2022, que no habiendo nacido en Chile, es alguien que quizás siente y vive Antofagasta más que nadie, doña Elizabeth Andrade.
No existe columna de opinión que pueda resumir los aportes que han hecho tanto doña Elizabeth Andrade como don Gastón Soublette para ser reconocidos, respectivamente, como hija e hijo ilustre de nuestra ciudad.
Pero quizás estas líneas sirven para expresar que es el momento de pasar de la oscuridad a la luz. De dejar atrás al personaje más nefasto de nuestra historia reciente, que se encargó de manera enrabiada junto a sus seguidores de apagar y desaparecer vidas y comenzar a valorar a quienes creen, estudian, cultivan y protegen la dignidad y vida de las personas. Es esa la calidad y tipo de personas que valen y merecen el honor de ser reconocidos por nuestra ciudad.
Redacción 
Valeria Ríos Guerrero