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Columna: El impacto formativo del actuar político chileno en niñas, niños y adolescentes

Por Diana Moreno P.
Profesora / Directora

Desde el estallido social en 2019, la política y los políticos chilenos han presentado una exacerbación de sus conductas negativas, de ética y moral, en un oficio tan relevante que busca influir en las grandes decisiones de un país.

Transversalmente, la clase política chilena ha demostrado los ribetes más bajos del ser humano, expresados en la violencia física y verbal, burlas, descalificaciones, discusiones sin fundamentos, contradicciones en la toma de decisiones, traiciones, entre otros. Es decir, conductas y acciones que reflejan los actuares más bajos del ser humano.

Como educadora me pregunto, ¿pensarán en algún momento que algún niño o niña está mirando, observando o analizando las gestiones negativas que realizan? A esto se suma el impacto que esto puede producir en ellos, pudiendo en ocasiones generar contradicciones internas, debido a que en su casa y en las escuelas les enseñamos valores humanos tan básicos como la solidaridad, la empatía, el respeto por el otro, la sensibilidad social, el pensar, el reflexionar, el ser verídico y consecuente con el discurso y la praxis, entre otros.

Y de lo anterior se desprende inmediatamente la segunda interrogante: ¿Medirán las consecuencias de su nefasto actuar y el impacto negativo que tendrá en las futuras generaciones que regirán nuestra patria? Cada lector podrá sacar sus propias opiniones y conclusiones.

Pero les recuerdo que el tiempo pasa vertiginosamente y que esto se transforma en un problema a corto plazo, debido a que prontamente serán los niños, niñas y adolescentes quienes conducirán el futuro de nuestro país, con toda la carga y responsabilidad que esto conlleva a nivel humano y social. Y mientras NO tengan una clase política ejemplificadora en el actuar y en el discurso, el desinterés y la falta de motivación de los niños, niñas y Adolescentes (NNA) por los procesos políticos y sociales, continuará, debido a que no lo entienden y comprenden como un agente de cambio humano y social, sino que como un ente plagado de desconfianza, inconsistencia y falsedades.

Como educadora, exijo respeto hacia los NNA, los educadores y las familias, porque mientras nosotros nos esforzamos día a día por crear personas que sean un aporte a la sociedad, en todos los sentidos, y sean capaces de poder formar una mejor humanidad, hay un sector que al parecer no entiende, o simplemente no le interesa lo que viven, lo que sienten, lo que piensan o el impacto a nivel psicológico, emocional y formativo que pueden producir sus acciones en los niños, niñas y adolescentes, destruyendo y torciendo una vez más la vida de millones de ellos, que habitan en este país llamado Chile, que por cierto también es su país.

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