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Columna: Confianza en quiénes nos gobiernan

La ciudadanía, y en su mayoría jóvenes, hace muchos años perdieron la confianza en sus gobernantes, no participando en los comicios electorales, con una alta abstención. De esa manera fueron electos por varios períodos los mismos representantes. Pero al transcurrir el tiempo, con movilizaciones multitudinarias de algunos sectores, llega el punto en que crece el descontento al escuchar a estos representantes que, con su ignorancia, ofenden con sus palabras, con la sensación que se burlan.

Son los secundarios quienes reaccionan con la evasión del metro. El observar cómo maltratan a nuestros niños y adolescentes, cómo vulneran su derecho a manifestarse, provoca manifestaciones en todo el país durante varios meses. Si no hubiese sido por la pandemia, las protestas seguirían en las calles para alcanzar las demandas.

Los gobernantes, con sus diversos representantes, han demostrado desconocer la realidad que vive la gente el día a día, cómo se transportan estudiantes y trabajadores en medios de locomoción repletos, en que su recorrido se hace interminable. Ignoran cuánto es el promedio de gasto de una familia y cuál es su tipo de alimentación, basada en carbohidratos, pues no les alcanza para las proteínas, por su alto costo. Como consecuencia, se tiene una población con un alto porcentaje de obesidad. Por otra parte, el tipo de vivienda y el hacinamiento han provocado un aumento de la violencia intrafamiliar.

Se agudizan los problemas que aquejan a la gran mayoría de la población en esta pandemia, sin embargo el ministro de educación insiste en que los alumnos y alumnas regresen a clases presenciales. No existe confianza en que los protocolos se cumplan, pues tal vez serán los primeros días, pero después quien asegura que los elementos de seguridad sean provistos en forma permanente para los estudiantes, trabajadores y trabajadoras. Hoy trata de chantajear a los sistemas educativos, dividiendo a los apoderados. Lo cierto es que aún no están dadas las condiciones sanitarias para que se produzca un regreso a clases y sería un desastre el nivel de contagio, si es que se volviese a la normalidad educativa, considerando el contacto en los establecimientos y en el transporte.

Por otro lado, quién va a tener confianza en las personas que nos gobiernan, cuando el anterior ministro de salud, Jaime Mañalich, utilizó un sistema propio en relación al conteo de fallecidos por Coronavirus, el que se generó a raíz de la información proporcionada por los hospitales y seremías, sin considerar los fallecidos en sus domicilios y que fueron atendidos en los consultorios. Se informaban datos por comunas, pero se ignora de donde obtuvo la información. Se empieza a cuestionar cuando los hospitales decían que tenían más fallecidos que los informados. Así vemos cómo la credibilidad es nula, ante la adopción de decisiones totalmente erradas y retardadas, además de ocultar información relevante y la entrega de datos técnicos distintos de la realidad.

Se conocía en marzo que la expansión y contagio del Covi19 iría en aumento. No se tomaron medidas drásticas, sino parciales, sin considerar un criterio claro, con decisiones contrarias a los conocimientos científicos. El no escuchar a organizaciones técnicas y autoridades locales provocó que el índice de contagios sea alarmante y también haya generado el fallecimiento de miles de personas.

Son las autoridades las que tienen el deber y la obligación de actuar con preocupación y coherencia en el resguardo de la salud de toda la población. Esa es la razón por la que la ciudadanía ha perdido la confianza en estos personajes representantes de un gobierno que cuida los intereses del empresariado y que por negligencia nos tiene viviendo en una cuarentena por largo tiempo, sin que tome medidas adecuadas para superar la pandemia.

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