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Columna: La violencia en las escuelas y liceos

A pocos días del retorno a clases presenciales obligatorias dictadas por el MINEDUC, la comunidad ha observado con horror, ansiedad y pena, los graves hechos de violencia ocurridos en distintos establecimientos educacionales.

Cuando hablamos de educación, no debemos olvidar que es una ciencia humana, y no exacta, porque la componen personas, de distintas edades, etnias, clases sociales, edades, en fin. Y por esta razón, los seres humanos en su forma y modo tenemos diversas formas de ver la vida, de actuar, de pensar, etc.

Si analizamos este terrible escenario actual, nace la pregunta del porqué está sucediendo estos con nuestros niñas, niños y adolescente (NNA). Las respuestas son variadas, comenzado por el efecto de la pandemia, el encierro, el hacinamiento y la desesperanza, que muchos vivieron durante estos casi 2 años.

Otro factor es la despreocupación de muchos padres/madres por sus hijos, que, en este periodo, no cumplieron el rol del vacío que habían dejado las escuelas o liceos, abandonando a los NNA al libre albedrío, en cuanto a su comportamiento sistémico de vida. Familias que de forma justificada o no, no lograron establecer y mantener este vínculo virtuoso que es la educación en casa, no solo en términos pedagógicos, sino que también emocionales y humanos.

Otras variables están relacionadas con los términos sociales, debido al cambio de paradigma humano y social que estamos viviendo como sociedad y humanidad, los vaivenes políticos como país, la indolencia de las instituciones y personas frente al dolor humano, y el continuo desentendimiento de los derechos y deberes, buscando siempre a quien culpar por lo que me sucede, lo que origina el no asumir mis responsabilidades frente a mis actos.

Los niños, niñas y adolescentes (NNA) son personas en formación, sus patrones de personalidad a nivel cerebral aún no se cierran y absorben todo lo que oyen, observan y viven. Por tanto, si su entorno es violento, ellos son violentos, si su entorno está ordenado, ellos viven de forma ordenada.

Si realmente queremos dejar de seguir observando estos aberrantes actuares, tenemos que cambiar nuestra perspectiva, visión de vida y comportamiento, ya sea desde el hogar como desde los Centros Educativos. Es imperativo, en la actualidad, formar desde lo humano, desde el entendimiento de que cada acción que yo haga daña a mi prójimo, que no sirve de nada pelear cuando conversando podemos solucionar las cosas, entre otras estrategias tan simples que hemos olvidado como humanidad.

La convivencia escolar tiene que tomar relevancia en las escuelas, dejar de pensar solo en lo pedagógico, sino que aplicar el crecimiento humano. Y esta simbiosis justa hará que los aprendizajes sean internalizados por nuestros NNA, porque si yo como persona estoy bien emocionalmente, me siento en paz, escuchado, querido, todo lo que me enseñan lo recepcionaré y, por ende, aprenderé. Esa es la verdadera educación, aquella que se aplica al revés de lo dictado. Privilegiemos al ser humano, contengámoslo, conversemos y de la mano vamos enseñando los saberes.

En este sentido, las instituciones que rigen las escuelas y liceos, los líderes escolares, profesores y asistentes de la educación, toman un rol central, rol que también debe ser apoyado por el hogar.

Para finalizar, les dejo esta pregunta, para que la analicen de forma seria y verídica:

¿Realmente como padre/madre, me preocupo por mi hijo(a), le estoy entregando los valores, experiencias y lecciones de vida correctas? Cada uno reflexionará y tendrá su respuesta.

By Diana Moreno Pastenes

Diana Moreno es profesora y directora

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