En la penumbra de La Molinera, el eco del desierto de Atacama se entrelazaba con los cálculos astronómicos. Allí, durante la Bienal SACO1.2, más de dos mil personas recorrieron El observatorio del silencio, instalación de la artista polaca Katarzyna Tretyn, fruto de su residencia en el Observatorio Rolf Chini de Cerro Murphy y en Paranal.
“Las matemáticas, la física y la astronomía han estado presentes desde hace mucho tiempo en mi práctica artística”, comenta. Para ella no son solo referentes, sino herramientas creativas. En proyectos previos ya había trabajado con datos planetarios, elaborando visualizaciones basadas en cálculos propios y hasta en un software diseñado a medida. “La residencia en Chile fue una oportunidad única: tuve acceso a recursos científicos inmensos que terminaron inspirando esta obra”, añade.
Entre el silencio de Atacama y el rumor de Marte
La experiencia en el desierto la marcó profundamente. La artista recuerda que el paisaje árido, al mismo tiempo que vacío, estaba cargado de un potencial simbólico. “El Atacama es reconocido por la ESO y la NASA como uno de los mejores sitios de la Tierra para observar el cielo, pero también es un laboratorio natural para la astrobiología”, explica.
Esa doble condición —ventana al cosmos y metáfora de lo extremo— se convirtió en el eje de la instalación. La obra no busca respuestas definitivas, sino abrir preguntas: ¿y si la vida se manifestara de formas distintas a las que conocemos? ¿y si la supervivencia en condiciones imposibles fuese, en sí misma, un lenguaje?
Tretyn reconoce que su trabajo nace en diálogo con científicos. “Ellos me explican pacientemente mecanismos complejos del universo, y yo trato de traducirlos al lenguaje del arte”, dice. En ese intercambio, ella gana precisión y ellos descubren nuevas formas de mirar sus propios datos.
La colaboración con la astrónoma Paulina Karczmarek fue clave. “Nos reuníamos cada semana en línea; me hablaba de cómo se mide la distancia entre las estrellas. Era fascinante y a la vez muy difícil, pero esas conversaciones se volvieron un espacio para compartir ideas”.
De ese intercambio surgió su primer proyecto serio de investigación y arte, y más tarde la invitación al Observatorio Cerro Murphy.
Una invitación a detenerse
El resultado fue El observatorio del silencio, un proyecto que pone en paralelo a Atacama y a Marte: dos desiertos, uno terrestre y otro extraterrestre, símbolos de ausencia y resistencia.
“La observación aquí es un acto de resistencia contra la prisa, la dominación y el antropocentrismo”, sostiene Tretyn.
En palabras de la artista, la instalación no es solo una pieza, sino una invitación: detenerse, escuchar los murmullos del universo y atender a lo invisible. “La vida en condiciones extremas puede perdurar en silencio. El arte también”, concluye.



