Por Fernando San Román 
Nuevas imágenes audiovisuales presentadas en el juicio oral contra el exteniente coronel de Carabineros Claudio Crespo, acusado de apremios ilegítimos con resultado de lesiones graves contra Gustavo Gatica, han arrojado una cruda luz sobre las actuaciones de fuerzas policiales durante el estallido social de 2019. Los registros, en su mayoría captados por la propia cámara corporal de Crespo, fueron publicados por el medio CIPER y muestran una preocupante combinación de violencia verbal, agresiones físicas y órdenes que contravienen los protocolos policiales de control de orden público.
Los siete videos -seis grabados por la cámara GoPro que el oficial llevaba al pecho y uno por una fuente externa- corresponden a operativos realizados en pleno centro de Santiago entre el 14 de noviembre y el 6 de diciembre de 2019, en el punto más álgido de las protestas ciudadanas. Si bien los registros también evidencian ataques con piedras y bombas molotov contra algunos uniformados, lo más inquietante es el comportamiento y las órdenes emitidas por Crespo, que retratan una cultura del abuso y del desprecio hacia los derechos humanos de los manifestantes.
En uno de los registros más impactantes, fechado el 6 de diciembre de 2019, Crespo amenaza a un detenido: “Cagaste, flaco, cagaste. Te vamos a sacar los ojos, culiao. ¿Escuchaste, o no?”. Esta última frase resulta particularmente escalofriante, dado que para esa fecha ya se conocían decenas de casos de lesiones oculares provocadas por disparos de perdigones por parte de Carabineros, entre ellos el que dejó ciego a Gustavo Gatica.
Otros momentos grabados muestran al exoficial emitiendo instrucciones que ignoran completamente los protocolos del uso proporcional de la fuerza. En un video se le escucha ordenar: “Agarre a palos a los culiaos que pasen”, mientras en otro felicita la violencia con frases como: “Hay que matar a todos estos culiaos”. En una acción especialmente perturbadora, Crespo saca un mechón de pelo a un detenido, le toma una foto y la envía a un grupo de WhatsApp llamado “LA TIJERA” con el mensaje: “Le hice un peinado a la moda a un encapuchado. Quedó súper lindo”.
A pesar de lo gráfico y explícito de los registros, la magistrada presidenta del tribunal, Cristina Cabello, restó importancia a la agresión simbólica del mechón de pelo, calificándola de “irrelevante para el tribunal”.
También se registraron instrucciones de Crespo ordenando apuntar directamente a los cuerpos de los manifestantes con escopetas lanza-lacrimógenas, una práctica que va en contra de los estándares nacionales e internacionales del uso de armas no letales. En otra ocasión, cuando se le informa sobre una persona quemándose, responde: “Que se queme el culiao, que se queme”, e instruye que no se reporte el hecho por radio.
El abogado defensor de Crespo, Pedro Orthusteguy, se excusó de comentar los registros señalando no haberlos visto, pese a que forman parte del proceso judicial en curso.
Los videos, de alta calidad visual y sonora, representan no solo una evidencia clave en el juicio contra Crespo, sino también un testimonio alarmante sobre las fallas institucionales, la falta de control y el quiebre del principio de proporcionalidad en el actuar policial durante el estallido social. A medida que el juicio avanza, crece la presión sobre las autoridades políticas y policiales para que se revisen con urgencia los mecanismos de fiscalización, formación y rendición de cuentas dentro de Carabineros.
Más allá del caso particular de Claudio Crespo, lo que se expone en estos registros es una cultura de impunidad y violencia, frente a la cual ni el Estado ni las instituciones pueden permanecer indiferentes y ante lo cual el gobierno de Boric tiene una deuda.
Redacción