El medio digital Radio Universidad de Chile, publicó un reportaje que da a conocer una grave denuncia acerca de la presencia de asbesto en las cañerías y tuberías que suministran el agua potable en varias ciudades de nuestro país, incluyendo nuestra región.
El asbesto es un mineral de origen natural que se utiliza en varios productos, como en materiales de construcción y en pastillas de frenos de automóvil, con el fin de resistir el calor y la corrosión.
Según la publicación, la inhalación de fibras de asbesto puede provocar serias enfermedades en los pulmones y en otros órganos que pueden no aparecer hasta años después de ocurrir la exposición. Por ejemplo, la asbestosis puede generar una acumulación de tejido de tipo cicatrizal en los pulmones resultando en la pérdida de la función pulmonar, la discapacidad y la muerte.
Dichos riesgos siguen latentes en nuestra sociedad, ya que según explicó la historiadora Daniela Machtig, el decreto supremo 656 promulgado por el Ex presidente Ricardo Lagos y mientras Michelle Bachelet era ministra de Salud en 2001 «si bien prohíbe el asbesto, no permite que se erradique en Chile. Hay un panorama de control de asbesto pero que muchas veces queda en letra muerta, porque desplaza la responsabilidad a la población civil y presume que las personas son las que deben dirigirse al Estado. Entonces, cada individuo tendría que ir a la Seremi y decir que en su casa hay asbesto, sin embargo, no hay programas de concientización, De esa forma, ninguna persona puede tener conciencia sobre el asbesto y dar cuenta de este hecho».
Machtig elaboró el estudio «El asbesto: una tarea pendiente» solicitado por el Movimiento Unidos Contra el Asbesto, en el que explican los riesgos en los que se encuentra nuestra sociedad por la falta de información, prevención y diagnóstico sobre la incidencia y presencia del asbesto en nuestra cotidaneidad.
La situación descrita por Adrián Prieto, vocero del Movimiento Unidos Contra el Asbesto en entrevista con Radio y Diario Universidad de Chile es mucho más grave de lo que se podría imaginar, ya que «según un informe de la Superintendencia de Servicios Sanitarios de 2011, hace siete años atrás la Empresa Sanitaria de Valparaíso, Aconcagua y Litoral (ESVAL) en un 44 por ciento de su red de cañerías de agua potable tiene material con asbesto; aguas andinas en un 58 por ciento en la Región Metropolitana; ESSBIO en un 30 por ciento y Aguas Antofagasta en un 44 por ciento. Estamos hablando de matrices que se rompen constantemente por diferentes motivos».
Este último dato resulta altamente preocupante en nuestra región, ya que implica que casi la mitad de la red de la empresa sanitaria -según datos de 2011- tendría componentes de asbesto.
Según el reportaje, lo grave es que en cada ruptura de estas cañerías se liberan fibras de asbesto, asunto sobre el que la OMS ha sido clara: solo basta una fibra para producir una enfermedad letal como el mesotelioma pleural, una afección pulmonar mortal.
Dicha enfermedad «tiene un periodo de latencia de 20 o 30 años que después del diagnóstico tiene un promedio de vida de 10 meses y esto es real, porque tenemos casos de personas que no pisaron un día una fábrica de asbesto y al seguir el caso nos hemos damos cuenta que existió la causalidad que en la niñez su familia hizo un cambio de techumbre, vivió un terremoto o vivía en las cercanías de un taller mecánico donde se trabajaba con pastillas de frenos para autos que contenían este material», cuenta Daniela Machtig .
Desde los años 30 del siglo pasado y hasta 1998 la Fábrica Pizarreño utilizó este componente para producir materiales que fueron ampliamente usados para la edificación de viviendas sociales, colegios y servicios públicos, ya que es un insumo constructivo mucho más barato y que cumple con las condiciones de aislación optimas. Sin embargo, es tremendamente dañino para la salud.
La prohibición del asbesto no es una ley, por lo que no cuenta con una implementación como política pública. Por lo mismo, según planteó la historiadora Daniela Machtig «no hay recursos para diagnosticar ni prevenir y tenemos casos, en regiones, de personas que son declaradas sanas por las mutuales y servicios de salud públicos y sí padecen de asbestosis o mesotelioma pleural. E incluso otras patologías como el cáncer de esófago o laringe producto del contacto con el material antes descrito».
Según Adrián Prieto, «los intereses creados en la industria del asbesto son gigantescos. Nosotros en Chile contamos con una legislación blanda y blanqueadora del problema, ya que el decreto no es una ley y se recurre a ese recurso que tienen los ministerios para prohibir el asbesto, pero entre comillas, porque sabemos que es posible ocupar asbesto de todas maneras siempre y cuando se compruebe que no hay otro insumo para reemplazarlo. Entonces no tenemos el dato fidedigno de cuánto asbesto sigue entrando a nuestro país».
Según la misma publicación, tampoco se ha hecho un levantamiento que permita saber cuántas personas mueren al año producto de enfermedades ligadas al asbesto, ya que según explicó Machtig, solo se conoce los casos de quienes están ligados a un programa de salud de seguimiento, que son las menos, por lo que afirmó tener la certeza de que muchas personas mueren sin saber que el responsable de su padecimiento es el asbesto.