El pingüino de Humboldt (Spheniscus humboldti), una de las especies más emblemáticas del ecosistema marino chileno, fue oficialmente reclasificado como “En Peligro” (EN) por el Ministerio del Medio Ambiente, tras la recomendación del Consejo de Ministros para la Sustentabilidad y el Cambio Climático. Esta decisión refleja un deterioro alarmante en el estado de conservación de la especie, cuyo 80% de la población mundial habita en las costas de Chile, desde Atacama hasta el norte de Antofagasta.
De acuerdo con Greenpeace, el cambio en la categoría de conservación implica que el pingüino de Humboldt cumple con los criterios de riesgo establecidos por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). La organización ambiental advierte que el margen de error para su supervivencia es hoy mínimo, y que cualquier nueva perturbación podría empujar a la especie a la extinción.
Entre las principales amenazas destacan la pérdida de colonias de nidificación, la captura incidental en redes de pesca, la competencia por alimento y los efectos del cambio climático, que alteran las corrientes marinas y reducen la disponibilidad de presas. En el norte del país, el Archipiélago de Humboldt, conocido como el “Galápagos chileno”, concentra la colonia reproductiva más grande del mundo, con más de 500 especies marinas asociadas a su ecosistema.
La abogada y experta en incidencia de Greenpeace, Roxana Núñez, enfatizó que “el pingüino de Humboldt enfrenta un escenario crítico: más del 80% de su población mundial se concentra en el archipiélago, lo que lo hace extremadamente vulnerable. Su amenaza es una advertencia sobre la salud de los ecosistemas costeros y sobre cómo las actividades humanas están afectando su equilibrio”.
En la Región de Antofagasta, el director de la Fundación Humboldt, Diego Sepúlveda, advierte que el panorama local también exige atención urgente. “En los últimos años hemos visto una disminución importante de animales afectados por artes de pesca, lo cual es positivo, pero persisten amenazas severas como la sobrepesca, la contaminación y la presencia de perros o gatos en zonas de anidación”, señaló.
Sepúlveda destacó además el creciente compromiso ciudadano con la conservación de la fauna costera: “Cada día existe mayor empatía y respeto por parte de la comunidad. Las personas comprenden que estas especies son parte de nuestro ecosistema y que protegerlas es responsabilidad de todos”.
A pesar de los esfuerzos locales, la reproducción del pingüino de Humboldt sigue siendo limitada: cada pareja pone solo dos huevos al año —de los cuales suele sobrevivir uno—, y las parejas reproductivas han disminuido en más de un 85% desde 2003, según registros científicos.
Para Greenpeace y Fundación Humboldt, la recategorización “en peligro” es un llamado urgente a fortalecer las políticas de conservación y fiscalización, especialmente en regiones como Antofagasta, donde el impacto de la minería, la pesca industrial y la contaminación costera amenaza el hábitat natural de la especie.
“Si no se actúa ahora, el próximo paso puede ser la desaparición del pingüino de Humboldt. No podemos seguir destruyendo lo que aún podemos proteger”, concluyó Núñez.
El nuevo estatus de conservación no solo refleja la fragilidad de esta ave icónica, sino que también pone en evidencia la necesidad de repensar la relación del país con su biodiversidad marina, especialmente en zonas donde el desarrollo económico ha tenido un alto costo ambiental.



