Despertarse temprano, partir sin tomar desayuno. Llegar a la hora, por diez, veinte, treinta o más años, da lo mismo.
Quedarse hasta tarde, trabajar hasta que todos duermen. Responder los correos fuera del horario y hasta en vacaciones por diez, veinte, treinta o más años, da lo mismo.
Perderse recuerdos, porque había reuniones. Llegar a fin de año con días administrativos sin tomar y horas extras trabajadas sin cobrar por diez, veinte, treinta o más años, da lo mismo.
Ir a la pega enferma, con fiebre, depresión o reventado. Evitando licencias médicas, aguantando como se pueda por diez, veinte, treinta o más años, da lo mismo.
Comprar el llavero institucional, el polerón y la lapicera. Pegar los stickers de estacionamiento en una, dos u otres hileras, da lo mismo.
Da lo mismo haberse descuerado por la institución y vivir en base a valores cristianos. Dan lo mismo los años, las evaluaciones, los cursos y los asados. Da lo mismo ser del G-9, los dos campus y los seis años acreditados. Los más de cincuenta despedidos el día antes de iniciar sus vacaciones junto a sus familias, dan lo mismo.
Todo da lo mismo, excepto las necesidades de la empresa. La empresa llamada Universidad Católica del Norte.
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