La alegría que sentimos este domingo empezó a muy tempranas horas, pues estábamos con la sensación de incertidumbre por conocer los resultados. La participación masiva se percibió desde tempranas horas con la conformación de las mesas. Observamos las filas ordenadas. Aún cuando tuvieron que esperar, las personas respetaron las normas sanitarias. Se pudo observar mucha disciplina cívica.
Se sintió la confianza en los posibles resultados exitosos que se obtendrían después de votar. Ya a las 17 horas, sin saber los resultados oficiales, los jóvenes empezaron a llegar a las plazas con sus banderas. Muchos de nosotros estábamos cuidando que no hubiesen irregularidades en los comicios. Todo salió impecable en los distintos locales. Nos inquietó ver la represión en la plaza Dignidad, pero luego se retiraron los carabineros y ahí empezó la gran fiesta de celebración.
No podemos dejar de comparar lo que los vivimos en esa época con el plebiscito de 1988, cuando tuvimos que quedarnos en nuestras casas y celebrar con nuestras familias. Lo único que queríamos era compartir esa alegría de terminar con el dictador con un lápiz. A los días pudimos juntarnos en actos masivos, porque esperábamos que con la salida del dictador llegaría la alegría, pero fue una pseuda democracia, pues nada cambió y todo fue en la medida de lo posible.
Tras el triunfo del domingo queríamos abrazarnos, tomarnos las manos y no soltarnos. La euforia nos hizo olvidar esta maldita pandemia. Era tanta la necesidad de compartir que lo hicimos de distintas maneras, en cada esquina, en cada plaza, en caravanas de autos. Agitamos nuestras banderas, gritamos «el pueblo unido jamás será vencido», cantamos, y nos llenamos de alegrías, porque el «Apruebo» y «Convención Constitucional» superó nuestras propias expectativas.
Hemos permanecido mucho tiempo sin compartir con nuestros compañeros de trincheras de cada una de nuestras luchas y demandas, hemos solidarizado con los presos políticos de la revuelta, hemos apoyado en cada territorio las ollas comunes, pero nos necesitamos, pues codo a codo somos mucho más que dos.
Tenemos que decir que el ambiente festivo del domingo 25 de octubre de 2020 se debe convertir en un desafío para las organizaciones sociales, sindicales y territoriales, para lograr la unidad y que se pueda levantar una lista que represente las demandas que se aunaron el 18 de octubre. Se espera que los partidos políticos sean generosos, abran la posibilidad de poder ganar a la derecha y se logre tener la representatividad de los dos tercios para escribir una carta magna que garantice que las personas sean sujetos de derechos. Por eso debemos seguir organizando la movilización para construir otro Chile.