La encrucijada política de Javier Milei: Un análisis profundo de la inconstitucionalidad en el Decreto de Necesidad y Urgencia 70/23 y la onda emergente de la ultraderecha en el panorama latinoamericano

Por Piero Chavera Rojas Ene2,2024

En pocos días desde su emisión, el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) número 70/2023 ha desatado un inusual revuelo en el ámbito legal argentino. En 40 años de democracia, no se ha registrado una movida tan briosa para reformular leyes y derogar otras mediante un DNU, recordando, aunque de menor calado, la reforma de la dictadura de Onganía.

La crítica principal se centra en su evidente inconstitucionalidad. El DNU parece ignorar directamente una prohibición expresa de la Constitución de la Nación Argentina (Art. 99, inc. 3º), que reserva ciertos temas exclusivamente para el Congreso. El intento de canalizar una intensa actividad legislativa por medio de un decreto se presenta como un desafío frontal a estas restricciones constitucionales.

Más allá de la cuestión constitucional, el DNU busca redefinir radicalmente la normativa argentina, introduciendo una liberalización sin contemplar límites legales o constitucionales. Este cambio abrupto, sin el debido proceso parlamentario que exige la Constitución, levanta interrogantes sobre la esencia democrática del acto.

La falta de participación del Congreso, evidenciada en la fundamentación del DNU, se presenta como una metáfora desgarradora seguida de excusas para evitar el procedimiento parlamentario normal. Este proceder, junto con la inclusión de nuevos textos para el Código Civil y Comercial, sugiere una falta de consulta a expertos legales —la lectura y contenido del DNU evidencia la falta de base jurídica y aplicativa del Derecho—, generando dudas sobre la legitimidad del proceso.

En este escenario, diversos sectores de la sociedad civil Argentina están preparando amparos para impugnar el DNU, marcando un claro rechazo en la comunidad. La preocupación no solo radica en su contenido, sino también en el precedente que podría sentar en la estabilidad institucional republicana.

El reciente éxito electoral de Javier Milei en Argentina no solo es un fenómeno local, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre el auge de las ultraderechas en América Latina.

El vínculo directo entre el triunfo de Milei y la difícil situación económica en Argentina resalta la capacidad de las ultraderechas para capitalizar el descontento económico. Este fenómeno, sobre las crisis económicas en la región, plantea la pregunta crucial de si este descontento es un denominador común en otros países latinoamericanos —como nuestro país con el Partido Repúblicano y su timonel José Antonio Kast—.

La idea de un «efecto difusión”—como la explicó el Dr. Cristóbal Rovira en una entrevista que leí hace unos días—, donde el éxito de Milei podría inspirar movimientos similares en otros países, invita a reflexionar sobre las similitudes y disparidades en las realidades políticas de la región. Basándome en la historia contemporánea, sugiero que América Latina podría estar experimentado fenómenos políticos que se propagan más allá de las fronteras nacionales, lo que requiere un análisis detenido.

La sorprendente alianza entre Milei y la derecha convencional —La del PRO y Mauricio Macri— destaca una táctica política inusual que podría indicar una reconfiguración del panorama político. Desde mi perspectiva, la cuestión crítica es si estas coaliciones son exclusivas de Argentina o si pueden replicarse en otras naciones con sistemas políticos similares como Chile.

El rápido ascenso de Milei también refleja un deseo palpable de alternativas fuera del espectro político convencional. Esto podría interpretarse como un indicador del profundo desencanto con las opciones existentes de la política tradicional. La pregunta crítica es si las ultraderechas están ofreciendo soluciones viables a los problemas o simplemente capitalizando el malestar general.

El análisis destaca la importancia de la observación y posible imitación de estrategias políticas en otros lugares. Esto subraya la necesidad de fortalecer la participación ciudadana informada y la educación política en la región. Un ciudadano bien informado es menos propenso a seguir tendencias políticas sin comprender completamente las implicancias.

Urge recordar con vehemencia la imperiosa necesidad de ejercer el derecho a voto con total conciencia y discernimiento. No podemos permitirnos caer en las redes de la mentira tejida por personajes que solo buscan satisfacer sus intereses egoístas. Votar a ciegas es condenar a nuestro país a la oscuridad de la incertidumbre y el estancamiento. La ignorancia en las urnas es el veneno que debilita la salud de nuestra democracia. Elijamos con sabiduría y defendamos el futuro de nuestro país contra aquellos que buscan separar a Chile entre “verdaderos” y “falsos” ciudadanos.

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