La delgada línea que separa la diversión de la adicción se sostiene solo por una cosa: responsabilidad.
Es por tal motivo que cada vez más en todo el mundo se realizan campañas de educación y sensibilización sobre las adicciones en el caso de los juegos, sobre todo la ludopatía.
Es probable que una persona adicta no reconozca de primera mano esta conducta pero familiares, amigos o compañeros de trabajo en su entorno si notarán los cambios.
El juego responsable debe ser asumido con compromiso tanto para los que se inician en el mundo de las apuestas como para quienes ya tienen años en las jugadas.
Un escenario serio
Millones de personas en todo el mundo ingresan a diario a las salas de casino a probar suerte y atinarle a los juegos de azar para divertirse y, por supuesto, obtener algo de dinero.
Con la posibilidad de que ahora los casinos cuentan con páginas web o aplicaciones para teléfonos inteligentes, no hay límite ni control en las horas que dedican a los juegos por lo que el sentido común y las barreras debe imponerlas el mismo jugador.
La importancia de adoptar prácticas de juego responsable es fundamental para la comunidad de aficionados que debe tener bien desarrolladas la autoestima y valores como la disciplina y la ética.
Toda práctica sana del juego conlleva una dosis de sensatez por parte de los usuarios, un llamado completo a la racionalidad.
Si entra al juego con algún problema u obsesión, por ejemplo, alguien está lleno de deudas y quiere multiplicar el dinero de forma fácil en las apuestas, puede que el resultado no sea el más favorable.
Como todo en el azar así como existe la posibilidad de ganar también está la posibilidad de perder y ¿cómo asumiría la derrota alguien en aprietos económicos?
Aunque jugar es diversión el tema del juego responsable debe tomarse con la seriedad de rigor.
Perfil del jugador responsable
Un jugador responsable sabe que juega para divertirse y no solo para ganar dinero. Como ya comentamos, así como se puede ganar, se puede perder.
Debes aprender a tomar decisiones a la hora de hacer tus apuestas y estas decisiones deben estar basadas en tu análisis. No debes desconcentrarte, presta atención a lo que sucede en la mesa.
La experiencia debe ser agradable y no un episodio que te genere malestar, ansiedad o sentimientos negativos.
Responsabilidad al máximo
La diversión debe ser la clave y más si acudes con amigos. El juego no es una solución si estás atravesando por problemas financieros.
Si crees que apostando nuevamente vas a recuperar pérdidas, lamentamos informarte que podrías pasar a ser parte de un bucle, de un ciclo interminable y que traerá más frustración.
Cuando pides dinero prestado para jugar ya deben sonar las alarmas de que lo que estás haciendo no va por buen camino. El jugador obsesivo no ve estas barreras y es por eso que el acto siguiente será empeñar y vender cosas o, más terrible aún, comprometer los bienes de la familia para satisfacer el juego.
Si ya pasas más tiempo en el casino físico u online no es sano. Pon límites de tiempo, es necesario. También marca límites al monto de dinero del que dispondrás para jugar.
Busca ayuda, no te enfrentes sólo
Es importante hacer una autoevaluación de nuestra conducta y observar en el entorno de manera atenta para detectar si algún amigo o familiar puede estar enfrentando problemas con el juego.
Conocido por ese impulso incontrolable de seguir apostando, el juego compulsivo es uno de los males más comunes que afecta a los asiduos a los casinos.
Es una afección que impacta radicalmente la vida del jugador y de su entorno familiar. Un jugador obsesivo no ve nada malo en pasar horas y horas en las mesas de juego. Tampoco le parece inadecuado invertir hasta el dinero que no tiene en las jugadas.
Si pasas por cuadros depresivos no deberías acercarte a estas actividades. Si sientes que no tienes control sobre ti en lo relacionado a las apuestas es hora de buscar ayuda.
Puedes comentarlo a un familiar o a un amigo de confianza y juntos recurrir a un especialista en Psicología que te brindará herramientas para que puedas sobrellevar la situación.
Cuando ya deja de ser divertido y solo te trae ansiedad y preocupaciones es hora de alejarse.