Nuestras ciudades no son agradables de escuchar, ya que están inundadas de contaminación acústica. Un ejemplo son los camiones que transitan por las principales avenidas, sobrepasando límites de velocidad e índices de ruido, que para la Organización Mundial de la Salud son considerados como dañinos hasta dolorosos. Además, nuestros hogares, lugares de trabajo y estudio, poseen poco y nada de concepción de diseño acústico. No planeamos, ni diseñamos y menos construimos nuestro hábitat para nuestros oídos.
Frente a esto, cuándo piensas en tu ciudad, casa, lugar de trabajo o estudio, ¿qué ruidos son los primeros que se te vienen a la mente, los consideras lugares acústicamente agradables? ¿O eres de los que se ponen audífonos para olvidar el molesto entorno?
La contaminación acústica en general se relaciona con daños físicos como la sordera y el aumento de la presión arterial, lo que podría desencadenar en problemas cardiacos. Pero este contaminante afecta de igual o peor manera la salud mental. Sí, lamentablemente contaminación acústica y una mala salud mental van de la mano.
El ruido desencadena procesos hormonales ligados al miedo, liberando adrenalina y cortisol, esta última la hormona del estrés. Por lo tanto, uno de los posibles resultados de estar expuesto a ruido de manera cotidiana será estrés crónico. En consecuencia, estar expuesto a contaminación acústica podría derivar en trastornos de ansiedad y depresión.
Sumado a lo anterior, hemos visto cómo las licencias por enfermedades ligadas a la salud mental van en aumento. Solo en la región de Antofagasta las consultas por trastornos psiquiátricos agudos aumentaron casi el doble en los últimos 2 años, según lo informado por el Servicio de Salud Antofagasta.
Por lo mismo, la invitación a las autoridades es a primero abordar los problemas de salud mental a través del fortalecimiento de su red y en segundo lugar a entender que la contaminación acústica es un tema de salud y erradicarla solo traerá beneficios en este ámbito.
Además, no olvidar la nueva Ley TEA N°21.545, principalmente para conseguir recursos que vayan en apoyo de las personas con TEA, que son los que más sufren con la contaminación acústica, para mejorar nuestras ciudades.
Exijamos “el pleno goce y ejercicio de sus derechos en condiciones de igualdad con el resto de la sociedad, en especial, en el ámbito de la inclusión social y educativa. Esto, con el objeto de disminuir y eliminar las barreras para el aprendizaje, la participación y la socialización”.
Igualemos las oportunidades, fortaleciendo y protegiendo nuestra salud mental, construyendo ciudad para todos, erradicando la contaminación acústica.
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