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Escritor antofagastino Carlos Rendón y su reconocimiento en Concurso Internacional: «Un texto solo cobra vida cuando alguien lo lee»

Imagen: Sebastián Rojas.-

Carlos Rendón Bejarano (28) recuerda que su interés por la literatura comenzó «desde muy, muy chico». Y aunque a veces pasaban semanas o meses en que dejaba de crear historias, siempre volvía a escribir.

«Se termina transformando en una necesidad hasta biológica», reconoce.

En conversación con Regionalista.cl, el joven escritor antofagastino relata su participación y reconocimiento en el Concurso Internacional de Poesía y Narrativa «Camino de palabras», del Instituto Cultural Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina.

También reflexiona sobre la importancia de acercar a la comunidad a la literatura en general y la necesidad de abrir espacios para que las personas expresen sus ideas y puedan contar sus historias.

Imagen: Sebastián Rojas.-

¿Qué te parece haber sido reconocido con una mención de honor en el 79º Concurso Internacional de Poesía y Narrativa “Camino de palabras”, del Instituto Cultural Latinoamericano de Buenos Aires, Argentina?

Es un enorme honor, valga la redundancia. La verdad es que cuando me enteré no le di toda la importancia que se merecía, pero días después, cuando empecé a ver que se hablaba del tema en círculos de escritores y aparecían notas de prensa presentando a las otras menciones de honor, caí en la cuenta de que efectivamente es importante. Me emociona mucho estar ahí en medio de enormes escritores y escritoras de toda iberoamérica, y tener la posibilidad de participar en una antología con ellos. De pronto mi caso puede resultar interesante, porque ni siquiera he publicado un libro. Puede que llame la atención.

¿Cuáles son tus expectativas de cara al concurso internacional a anunciarse en abril, en categoría Narrativa?

Voy con la expectativa de que el cuento con el que fui seleccionado en el concurso, «Reliquia de museo», sea del gusto de los expertos, de los colegas y, más importante aún, de los lectores de la antología. Por supuesto conseguir alguno de los primeros lugares sería lindo, pero solo con estar allá en Argentina, viviendo la experiencia y conociendo a tanta gente talentosa, ya es un premio en sí mismo. Y bueno, lo bonito de este tipo de concursos es que hasta el final uno nunca sabe qué puede pasar.

Cuéntanos de ti. ¿Cómo nace tu interés por la literatura y especialmente por escribir?

Desde muy, muy chico, escribo y creo historias. A veces pasaba que me dejaba llevar por otros intereses y podía pasar semanas, meses sin escribir, pero siempre volvía. Es medio raro cómo una cosa así se termina transformando en una necesidad hasta biológica. Me imagino que lo mismo le pasa a los deportistas, a los científicos, y en general a cualquiera que se apasiona por algo en específico. Mi interés por la escritura, de todas formas, era hasta hace poco solo un divertimento, una excusa para juntarme con amigos que compartían el gusto o un tema de conversación. Pero desde hace un tiempo tomé la decisión de verlo con la seriedad que se merece, y me he sorprendido con los buenos resultados que han surgido, a nivel de reconocimientos, pero también con el tipo de producción literaria que estoy haciendo.

¿Qué te motivó a participar el año pasado del concurso «Microhistorias de la revuelta», impulsado por Regionalista?

Creo que los concursos, cuando uno escribe profesionalmente, son importantes para pulir el estilo y explorar nuevas temáticas. Pero cuando no te dedicas a la escritura creo que el fenómeno es incluso más bello, porque te invita a expresar sentimientos, memorias o ideas que tienes en la cabeza, en un formato en el que no estás acostumbrado o que incluso puede intimidar un poco, como puede ser el cuento o el relato corto. En el caso específico del concurso de las Microhistorias de la revuelta, participé porque también tenía cosas que decir, cosas que había visto o que me habían contado y que querían ir más allá de una simple conversación en un carrete o una anécdota familiar. «Botellas de agua, sacar gratis» viene de ahí y cuenta una pequeña historia que más que seguro cientos, quizás miles de personas vieron, les contaron, o por qué no, protagonizaron. En la región no se levantan muchos concursos literarios, por lo que iniciativas como esa que tuvo El Regionalista, en el marco de un período tan importante para Chile, me parecen super loables.

¿Cómo crees que se puede fomentar la participación de las personas en este tipo de instancias?

Hay que empezar por acercar a las personas a la literatura en general, lo que para mí debe iniciar cuando somos chicos, con la educación. Yo mismo, si bien venía con un interés nato, recibí un montón de conocimiento, experiencias y ánimo de grandes profesores que me inculcaron el gusto por la lectura y la escritura, y es algo a lo que creo que todos debieran tener acceso. Ya si hablamos de acercar el medio a jóvenes y adultos, creo que somos nosotros mismos los encargados de acercar la literatura a la comunidad. Un profesor me dijo una vez que «tu texto puede ser muy bueno, pero no sirve si la gente no es capaz de entenderlo», y la verdad es que no he parado de pensar en eso tanto cuando escribo como cuando leo. La idea de que «escribir complicado es igual a escribir mejor» me parece sumamente arcaica.

Y ya si hablamos de concursos literarios, como el de Poesía y Narrativa o el de Microhistorias de la Revuelta, creo que es clave darle a la gente incentivos para participar. No hablo de algo económico, sino de darles, por ejemplo, la oportunidad de mostrar sus textos, de publicar en web, de ser leídos por gente especializada en el tema, de que sus ideas e historias sean leídas por una cantidad de gente que nunca se imaginaron. Me atrevería a decir que todos los que participamos en concursos así, en el fondo buscamos eso.

¿Alguna reflexión final?

Creo que un texto solo cobra vida cuando alguien lo lee. Por eso espero pronto encontrar maneras para que la gente pueda leer las cosas que escribo. En eso estoy actualmente, y agradezco que haya espacios así para contar un poco de este camino que, espero, esté recién empezando.

Imagen: Sebastián Rojas.-

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