«La generación perdida»: Las y los que no tuvieron educación cívica

Por Diana Moreno Pastenes Nov11,2021

La importancia de instruir en educación cívica es fundamental. ¿Qué es educación cívica? La podemos definir como: “Una clase que permite a niños(as) y jóvenes practicar varias de las habilidades poderosas que desarrollan su pensamiento crítico, para que aprendan a discernir entre buenas y malas conductas en la sociedad, así como a estar informados y conscientes sobre sus derechos y deberes”.

Clase que desafortunadamente fue eliminada del currículum escolar bajo el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, en 1998, dejándola solamente como un objetivo transversal. Lo anterior fue un golpe muy peligroso y nocivo para las futuras generaciones de estudiantes chilenos que comenzaban a formarse.

En el año 2016, el MINEDUC crea el Plan de Formación Ciudadana para todos los establecimientos reconocidos por el Estado, cuyo objetivo es entregar a los colegiales “preparación necesaria para asumir una vida responsable, en una sociedad libre y de orientación hacia el mejoramiento integral de la persona humana, como fundamento del sistema democrático”.

Si analizamos lo anterior, podemos señalar que por más de 16 años nuestros niños, niñas y adolescentes (NNA) no recibieron y no reciben de forma obligatoria en un sector de aprendizaje, la enseñanza de los fundamentos y conocimientos cívicos básicos que debe conocer, entender y comprender cada ser humano. Y de esta manera, poder ser parte de las decisiones de su país.

Este cuestionamiento simple nos puede llevar a hipotetizar o algunos a certificar el descalabro inmenso que produjo este dictamen, el cual podemos ver reflejado en el escenario socio político actual, donde nuestros niños y jóvenes, en su mayoría, no se vinculan, involucran e informan de las decisiones país.

Esta es una generación perdida de chilenos, que hace impacto en la actualidad, porque son generaciones disolutas; padres, madres, hijos y nietos, que no han recibido este tipo de instrucción tan necesaria, para abrir los debates y análisis tan necesarios, en cuanto a las medidas a tomar como ciudadanos, y de ese modo, ser un real aporte para la sociedad.

En 2016, a través de un Plan de formación ciudadana, y como objetivo transversal del currículum, las escuelas podemos enseñar este rol social y humano, pero que no tiene el mismo peso e injerencia en las actitudes y acciones que fundaba la clase de educación cívica que pudimos recibir las antiguas generaciones en las escuelas. Generaciones que se involucraban e involucran hasta el día de hoy con las decisiones país, generaciones que conversan, analizan, desmenuzan y opinan sobre lo que, a su juicio, es lo correcto para la nación; sellando este análisis con un voto en la urna, el cual es intransable, aunque no posea una elección, pero el deber cívico se debe cumplir.

Se torna imperativo que vuelva la educación cívica a nuestras aulas, como una asignatura obligatoria, para que podamos recuperar y afianzar las generaciones actuales y las venideras, y de este modo, podamos como comunidad, como país, volver a tomar el rol de ciudadanos comprometidos e injerentes en las decisiones comunitarias para el bien común como patria.

By Diana Moreno Pastenes

Diana Moreno es profesora y directora

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