En Tacna, Perú, existe el denominado hospital solidario. Un centro asistencial que antes de la pandemia atendía a muchos chilenos, provenientes de ciudades como Arica, Iquique, Calama o Antofagasta. El hospital era la punta del iceberg del denominado “turismo de la salud”. Tacna era un lugar para ir al oftalmólogo y comprar lentes. O ir al odontólogo. En ambos casos resultaba más económico que hacerlo en nuestro país. Ni hablar de los implantes de silicona. Los medicamentos también tenían un costo menor; caso similar en Mendoza, Argentina, la otra farmacia de los chilenos.
La relación entre Tacna y el Norte de Chile era complementaria. Para los chilenos Tacna entregaba la posibilidad de hacer turismo comercial, con un histórico cambio a favor para el Peso contra el Sol. Por la otra vereda, el contrabando, por ejemplo, desde Arica a la ciudad peruana, era evidente en el vestuario abultado de los falsos obesos con ropa americana de fardo. Perú protege a su industria textil. Tacna era una alternativa de turismo internacional a bajo costo para miles de chilenos. La medicina y la gastronomía, entre otras cosas, costaba la mitad en comparación con Chile. El turismo sexual era otro lugar transitado por los chilenos.
Este circuito quedó estancado por efecto de la pandemia. Y no hay optimismo en una reapertura “tal como lo era antes”. Perú no sostiene un ritmo de vacunación acelerado como el de nuestro país. En Tacna, con alrededor de 300 mil habitantes, el 2021 está perdido.
Un amigo me cuenta que la situación económica de la ciudad es devastadora por tratarse de un comercio dependiente casi en su totalidad de los turistas. Las ferias y galerías del centro lucen casi desiertas, los restaurantes, consultorios dentales y médicos también. “Es un golpe doble porque salvo Cuzco, ninguna otra ciudad de Perú vive exclusivamente del turismo. Si reabren el comercio, no hay nadie que venga”, comenta Willy González, editor de la editorial Cuadernos del Sur, desde Tacna. Y agrega que las vacunas están tan lejanas como el viaje de los tacneños a la luna.
Bajo el panorama anterior no resulta descabellado que un consejero de Tacna se encadenara en el frontis del consulado chileno, para exigir una donación de vacunas contra el Covid 19. Un gesto de vacunas chilenas en Tacna sería un acto simbólico. Como dicen en Arica, Tacna es la ciudad donde termina Perú y donde comienza Chile.