El domingo 8 de marzo de 2020 quedará marcado como la mayor movilización de mujeres en Antofagasta, y también en Chile, y como la más grande manifestación social que hayan desplegado las mujeres, de todas las edades, con esas multicolores pañoletas verdes, moradas, rojas o amarillas. La calle fue la promesa revelada para cantar y gritar contra la autoridad y contra los hombres, también, expandiendo el protagonismo de las mujeres a
través de consignas como “¡Ahora que estamos todas, ahora que sí nos ven!”; la clásica “Nunca más sin nosotras” o aquel cartel de letras blancas, con fondo negro, de una trabajadora que decía: “Hoy es 8M. No es fiesta, es protesta”.
Lo lograron, por cierto. Porque la agitación social, los actos conscientes y la verdad también se crean. Mientras el gobierno minimiza o invisibiliza todo: el fervor, la movilización, la cantidad de personas, las formas de organización, la perspectiva de género…; las mujeres asumen el protagonismo con el cielo estrellado de sus propias ideas y con la poesía más reveladora de un día luminoso que si sumamos todo lo ocurrido en el país estamos hablando de un número de marchantas que, seguramente, bordeó los tres millones de mujeres en las calles.
El mundo cerrado y megalómano de las autoridades de este gobierno, conformadas por hombres y mujeres, es la mayor brasa para lo que ocurre. Nada ven. Nada les importa. ¿Nada sienten? Ellos nunca observaron las expresiones culturales. Tampoco escucharon los discursos o las performances con diversos diseños y consignas. Son personas que, seguramente, no tienen sueños porque todo lo reducen al sistema de patronaje y de matonaje, a la vez. Y lo único que importa es el poder y, con suerte, en algún dibujo parlamentario, que nada influye en la sociedad.
Antofagasta fue multicolor. El día era soleado, pero el calor dio más fuerzas. Sus calles fueron copadas en distintas cuadras y cuadras en una hilera gigante de concentración multitudinaria. En ese viaje alegre e inteligente por las calles hubo historias fascinantes por la diversidad de mujeres de distintas edades que arribaron a la Plaza de la Revolución para marchar bajo la bandera del feminismo. La sociedad ha visto en la política, entonces, un nuevo cauce. Y con el liderazgo de las mujeres, o de las nuevas mujeres, el espacio público ha sido revitalizado y copado por ellas. Porque sabemos que el debate respecto del tema 8M viene desde hace años y en disímiles países y territorios: países nórdicos, Reino Unido, Argentina, México, USA, entre otros.
En este sentido, el 8 de marzo es un día fundacional para las mujeres, envueltas en un océano de movilizaciones en las distintas ciudades del país…desacreditando las patrañas del sistema y mundo patriarcales. La verdad, por lo tanto, es una sola, para estos efectos. El sistema tiene una estructura anacrónica que genera desigualdades de todo orden. Y donde la principal, la que toca el bolsillo, está vinculada a la desigualdad salarial. Pero esta se encuentra relacionada con la falta de oportunidades, con recibir una menor pensión que los hombres, la violencia en la pareja o en la familia o el acoso sexual en distintos contextos, entre otras cosas largas de enumerar.
A estas alturas, el consenso general es que Chile es un país desigual. La opinión de una mujer marchante, de 78 años de edad, marca el punto de inflexión: “estoy aprendiendo de mis nietas y yo también, a pesar de mis años, me he animado a salir y estar aquí con tantas mujeres…” Qué potente mensaje para cimentar el cambio. Qué invaluable voz conectada con el mensaje de las feministas. Apoyada por sus nietas la solución la dio ella
misma: abrirse al aprendizaje, criticar a los hombres por sus formas de machismo y marchar junto a muchísimas mujeres de todas las edades.
La respuesta no está en el futuro. Está en las mujeres con ideas desprendidas. En las maniobras de su bello arte y su política transformacional. En la juventud radicalmente fresca y limpia que está creando un nuevo valor para mejorar lo nuestro. La honestidad estuvo repartida en las calles de Antofagasta de manera alegre, alocada y poética. El musgo del abrazo y de los gritos, de los lienzos y carteles multicoloridos, de las consignas
fuertes y convincentes en las calles son perspectivas únicas que están construyendo otra sociedad. Las ideas innovadoras y constructivas de la marcha de ayer domingo están asumidas como saltar un gigantesco acantilado, recogiendo vidas emocionantes y con dignidad creciente. Ya no hay vuelta o regreso a esas formas anquilosadas. La realidad está disponible con toda la furia de esta historia.