Rafaela Castro tiene 28 años. A diferencia de otros de sus compatriotas colombianos, ella llegó a Chile hace 7 años por cuenta propia y ha desarrollado una contundente carrera artística que la ha convertido en la actriz afrocolombiana pionera en Antofagasta, con una destacada participación en la Oficina Municipal de la Discapacidad, Directora de Arte y Cultura de la Comunidad de Colombianos Residentes en Antofagasta y docente del Liceo Experimental Artístico. Ha esquivado la xenofobia, pero consciente del sentimiento de rechazo imperante, decidió luchar por la convivencia a través de su arte.
Carmenza Flores se vino a Chile como refugiada. A pesar de las vicisitudes de la vida, nunca ha perdido su sonrisa y entusiasmo. A sus 48 años, ha logrado establecerse viviendo en un campamento con su nieto, mientras trabaja como asesora del hogar en diferentes casas de la ciudad. Ella lo apoya para que él pueda hacer realidad su sueño de ser futbolista en el equipo local. Su miedo es que el ser colombiano le impida alcanzarlo.
Ambas, son parte del elenco de mujeres que decidieron compartir sus vidas y experiencias como migrantes en el documental “Sueños en el Desierto” de la realizadora Angélica Valverde, también colombiana, y que será estrenado en la capital regional en julio.
Conversamos con ellas para conocer en profundidad lo motivos que motivaron su participación en esta investigación y cómo, a través del audiovisual, buscan que sus historias de vida logren generar empatía y cambios en una sociedad solapadamente racista y xenófoba.
¿Qué las motivó a participar de este documental? ¿Por qué aceptaron la invitación?
Rafaela: Lo que me motivó fue que Angélica (la directora) quería mostrar la otra cara de la moneda, la parte profesional, artística, la sobrevivencia, la parte bonita del extranjero y sobre todo del colombiano en Chile, que no todo es narcotráfico y prostitución, que hay personas que trabajamos en pro de los chilenos y que llevamos a nuestro país en alto. Por medio de la cultura, yo promuevo y ayudo a la gente y quiero que eso se vea en el documental, que nosotros queremos aportar al país con nuestro trabajo y con ello, romper las barreras y el estigma que tenemos los colombianos.
Carmenza: A mí me motivó mostrarle a la gente lo que nos toca hacer, lo que debemos trabajar para estar acá y también el maltrato que nos dan algunas veces, pero a través de eso, demostrar que somos diferentes, hacer una pequeña denuncia y que la gente sepa las dificultades con que vivimos.
¿Cómo fue la experiencia? Se los pregunto porque es difícil compartir vivencias tan personales, pero que a la vez son tan universales.
Rafaela: No fue difícil para mí. Soy actriz y estoy acostumbrada a las cámaras y al público. Por eso fue una experiencia maravillosa, divertida, agradable. El documental comenzó hace tres años y ahora yo veo mi evolución, cómo he crecido laboral y personalmente aquí en Antofagasta
Carmenza: Para mí fue una experiencia un poco triste porque uno quiere mostrar muchas cosas y no es posible dar a conocer todo lo que uno vive.
¿Cómo cambiaron o mantuvieron sus visión del fenómeno migratorio? ¿La realización del documental les hizo repensar sus experiencias?
Rafaela: Hay algo curioso en este documental, porque son tres vidas. Dos de ellas viven mucho la xenofobia y la discriminación, pero yo he tenido las puertas muy abiertas en Chile desde que comencé, quizás porque me manejo mucho en la parte cultural donde la gente tiene la mente más abierta y se rompen muchos tabúes. Recién empecé a notar la discriminación cuando entré a la Colectividad, donde he escuchado casos de compatriotas que cuentan cosas que me dejan aterrada. Pero también me di cuenta que nosotros andamos muchas veces con la discriminación pa’ rriba y pa’bajo: uno mismo se siente discriminado aunque no necesariamente sea así. Como persona migrante uno anda con la idea de que a toda hora te están discriminando, pero no es así. Hay que ver las cosas buenas y las cosas malas. Lastimosamente, no se muestra la parte bonita, que hay mucha gente profesional, gente que ha venido a aportar al país. Yo muestro esa cara de la moneda, la del extranjero que no es discriminado, que se le abren las puertas, que creció como mujer, que tiene una vida acá, que quiere radicarse y que piensa crecer mucho más.
Carmenza: El documental representó mi experiencia de trabajo, de parte de mi vida aquí, pero una queda con la sensación de que las cosas no cambian, que hay que seguir luchando y viendo las mismas cosas, la misma gente, las mismas expresiones.
¿Qué aprenderemos del documental? ¿Qué experiencias nos traspasará a migrantes y chilenos?
Rafaela: Yo creo que la gente va a ver tres caras distintas de los extranjeros: cómo uno puede querer y amar un país que no es de uno, que uno puede aportar y que hay gente que ayuda a muchos chilenos aunque vengan de otro país. Otra faceta es cómo uno se puede sentir discriminado y cómo puede llegar a juzgar sin saber ni conocer y echar a todos en el mismo saco. Y la otra es darse cuenta que mucha gente no llega acá porque quiere, sino que porque le toca, porque está huyendo de la violencia y de la muerte. Son tres vidas muy interesantes, que pueden cambiar el estigma y lo que se ha tratado durante estos años respecto del extranjero. Yo creo que el documental invita a colocarse en los zapatos del otro, de todos los que deben migrar de sus países, que vienen con nuevas cosas. Creo que va a servir para cambiar la mentalidad y para concientizar a los chilenos.
Carmenza: A los migrantes quizás les enseñe a no dejarse pasar a llevar, a defender sus derechos y a entender que la situación no es tan buena como una se imagina, que a uno le toca sufrir, luchar, que es duro venir para acá, que a veces violan nuestros derechos pero que nos podemos defender. Ojalá que los chilenos dejen de discriminar, que nos miren con otros ojos, que sean más respetuosos, porque todas las personas somos iguales.
“Sueños en el Desierto” es una iniciativa financiada por el Fondo de Fomento Audiovisual (Chile, Convocatoria 2018) y co-financiado por el Fondo de Desarrollo Cinematográfico (Colombia, convocatoria 2015).
El rodaje se realizó íntegramente en la ciudad de Antofagasta, donde residen alrededor de 18.000 inmigrantes colombianos, según datos del Consulado de Colombia en Antofagasta de 2017, atraídos seguramente por un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de US$23 mil (tasa nominal del año 2013), que casi triplica el de Colombia; inmigrantes que provienen en su mayoría de la zona suroccidente de Colombia, con una alta presencia de población afrodescendiente, que es recibida con marcadas expresiones de racismo.
Su realización estuvo a cargo de Angélica Valverde, Comunicadora Social de 38 años titulada en la Universidad del Valle en Colombia (2003) que posteriormente realizó un Magíster en Realización Documental de Creación en la Universidad Stendhal Grenoble III en Francia (2005). Desde entonces se ha desempeñado como montajista y asistente de dirección en diferentes documentales para TV2 (España), M6 (Francia), TSR (Suiza) y RTBF (Bélgica), con las productoras COM4HD y VEOProd, con sede en Madrid.
Ha producido y realizado además los cortometrajes documentales “Entre lo Íntimo y lo Privado” (2003), “Los niños de la Frontera” (2005) e “Interprétate” (2011), todos ellos de producción independiente. Además, se ha desempeñado como Coordinadora de Comunicación en proyectos de investigación en la Universidad Católica del Norte de Antofagasta. Es actualmente directora, guionista y una de las productoras de “Sueños del Desierto” junto a Sandra Jaramillo (Colombia) y Erick Aeschlimann (Chile).
A ella, se suman Jorge Donoso como director de fotografía, Mauricio Prieto en sonido, Francisco Aguirre en montaje y Jonathan Delgado en la creación de la música incidental.