50 años del golpe | Defensores de la vida: Juan Luis Polanco y Edith Sotelo, Iglesia Presbiteriana de Antofagasta

Consumado el golpe de Estado cívico militar, en Antofagasta asumen y dirigen la Intendencia Regional, el general Joaquín Lagos Osorio, el coronel Adrián Ortiz Guttman y el mayor Patricio Ferrer Ducoud. Su discurso inicial y su accionar terrorista al interior del edificio estuvo basado en restituir el orden y tranquilidad y restaurar la democracia con el paso del tiempo.

Sus decisiones políticas, operacionales y administrativas, fueron en la práctica en directo beneficio de quienes habían promovido actos de violencia y sedición para desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular y terminar con la democracia. El ejército en particular y las Fuerzas Armadas y Carabineros en general, actuaron funcionalmente, favoreciendo a la clase social de la que gran parte de sus oficiales provenían.

Las FFAA y Carabineros mientras realizaban operaciones de guerra en el día, por las noches en los salones del Hotel de Antofagasta festejaban el triunfo con sectores políticos, industriales, comerciantes y colonias de extranjeros que apoyaron el golpe. Eran momentos en que eran premiados, agasajados y adulados, recibiendo medallas y regalos de este sector de la sociedad antofagastina que se alineó con ellos desde el primer momento, en busca también de prebendas y los consabidos favores y botines de la guerra que inventaron para justificar su violencia despiadada. Mientras, la prensa local hacía de las suyas también y colaboraba fielmente con la persecución y la muerte.

Antofagasta, a las pocas horas del golpe de Estado, se transformó en una ciudad sitiada, con la imposición de un Estado de Guerra Interna de consecuencias insospechadas y  masivas. Patrullas militares recorrían las calles y cercaron los puntos de salidas hacia el norte y sur, poniendo a la población en una indefensión y vulneración de sus derechos en forma absoluta. Un gran sector de la sociedad es perseguido/a con el afán de neutralizarlos/as y, en muchos casos, apresarlos/as y aniquilarlos/as por sus ideas de izquierda.

Desde el mismo ascenso de la Unidad Popular al gobierno, y quizás antes, hubo sectores religiosos que fueron adquiriendo un gran y creciente compromiso con las luchas y demandas del pueblo. No era extraño sentir esa cercanía durante el proceso de la Unidad Popular, sobre todo en poblaciones populares. Muchos sacerdotes y pastores evangélicos   veían en el proyecto que encarnaba la UP, una alternativa cercana a su propia forma de percibir la sociedad y los cambios que se necesitaban. No es extraño, ahora con la perspectiva del tiempo, escuchar testimonios que dan cuenta de que en ese momento de gran dramatismo e incertidumbre, cuando se iniciaba el golpe de Estado, permanecieron al interior de la Iglesia Presbiteriana, autoridades locales como el Intendente, alcalde y mucha gente valiosa que buscó refugio temporalmente, a la espera de reubicarse en otros espacios de seguridad.

El matrimonio compuesto por Juan Luis Polanco y Edith Sotelo, dio la partida en la ciudad a una gran y extraordinaria demostración de cariño y amor al prójimo, sin importar las consecuencias que dicho acto pudiese significar. A este lugar, llegó gente no tan solo a curar sus heridas físicas, como es el caso del ex preso político y pastor religioso Javier Ramos, sino que además la gente se allegaba en busca de noticias y apoyo para buscar a sus familiares. Se comenzó a dar un espacio único en la ciudad durante el mes de septiembre, donde sentir el cobijo, el abrigo, la palabra de aliento y la solución a problemas inmediatos, como dinero para salir de la ciudad, eran posible gracias a la generosidad y gestiones del matrimonio.

En estas circunstancias también se comenzó a definir la vida llena de sobresaltos del grupo familiar compuesto por el matrimonio y 4 hijos. A fines del mes de septiembre de 1973, una patrulla militar llegó a golpear las puertas de esta casa pastoral. Un allanamiento violento, que duda cabe, somete a punta de amenaza al matrimonio a hincarse en el suelo  y presenciar la detención y secuestro de uno de sus hijos, quien sin tener casi ningún vínculo social ni grandes amistades, con 18 años de vida a cuestas, permanece detenido y torturado en un lugar secreto gran parte del mes de octubre. Una vez liberado, se decide sacarlo del país. Pasaron 9 años en que producto de esta detención el hijo y sus padres se vuelven a encontrar por algunos días.

El día 6 de Octubre de 1973, como consecuencia de las graves violaciones a los Derechos Humanos que se estaban cometiendo en el país, muchas personas se acercaron a las distintas instituciones religiosas en busca de consuelo, protección ante las dramáticas circunstancias que les afectaban. En este contexto, representantes de la Iglesia Católica, las iglesias Evangélicas (metodista, bautista, Evangélica Luterana, Ortodoxa, metodista pentecostal), iglesia de la comunidad Israelita y del Consejo Mundial de Iglesias, dieron vida al Comité de Cooperación para la Paz en Chile o también llamada Comité Pro Paz, dando asistencia económica, jurídica, técnica y espiritual a todos los chilenos que sufrían persecución política.

La decisión de Juan Luis Polanco junto a su esposa Edith Sotelo de integrar el Comité Pro Paz fue, sin dudas, para salvar y proteger vidas humanas a raíz de todo el cúmulo de situaciones, informaciones, relatos y vivencias diarias que fueron adquiriendo tras la implacable represión que se estaba ejecutando sin contrapeso. En un escenario de guerra abierta y soterrada, ellos, pese a todo, se aferraban a sus convicciones religiosas. Era la que los mantenía unidos para sobreponerse al momento. Nadie les preguntó a ellos si estaban preparados. Los riesgos estaban a la vista, pero decidieron no permanecer de brazos cruzados ni indiferentes.

El compromiso que adquirieron los hizo lidiar con una situación que después se transformó en infernal. A pesar de haber resuelto el problema de la detención de su hijo, no pudieron mantenerse insensibles a la situación represiva que los rodeaba y que afectaba a mucha gente. Por las noches salían de su casa a resolver urgencias que se presentaban en las calles. En algunos casos, asistían a personas y las llevaban a la iglesia para acogerlos. Estaban siendo observados y sobre ellos había un seguimiento constante. A fines de 1975, la cúpula del gobierno dictatorial ordena liquidar al Comité Pro Paz a nivel nacional. En Antofagasta, integrantes de la DINA allanan la casa, siendo detenido el matrimonio Polanco Sotelo. Comienza un calvario. La familia se desintegra, sus hijos menores sufren las consecuencias, quedando bajo la custodia de vecinos. El matrimonio, junto a uno de sus hijos de tan solo 14 años, es llevado al cuartel clandestino de la Providencia. Luego, el secuestro se prolonga y son trasladados a Tres Álamos en Santiago.

Desde distintos países comienzan a llegar las quejas formales por la detención del pastor Polanco y su esposa. La presión política fue importante y finalmente los liberan en Santiago, dándoles un plazo perentorio para salir del país.

Hoy, con el paso del tiempo y de cara a los acontecimientos de ayer y de hoy, podemos decir con absoluta claridad que Juan Luis Polanco y Edith Sotelo fueron grandes defensores de la vida. En estos momentos, al estar aquí junto a su familia, queremos agradecerles el enorme gesto que tuvieron para enfrentar las circunstancias históricas que los ponen en un sitial de honor y de reconocimiento ejemplar a 50 años del golpe de Estado.

Para Juan Luis Polanco y Edith Sotelo, a nombre de cientos de perseguidos y perseguidas de nuestra ciudad. A nombre de las agrupaciones de Derechos Humanos de la ciudad que se encuentran presentes y a nombre de los artistas presentes y comunidad local, nuestro agradecimiento a 50 años del golpe de Estado.

Juan Luis Polanco y Edith Sotelo, presentes ahora y siempre.

By Agrupación Providencia Antofagasta

Agrupación por la Memoria Histórica Providencia Antofagasta.

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