Quienes sufrimos de insomnio, más de alguna vez nos hemos topado con los clásicos compilados de Felipe Avello. El verdadero rey de la farándula, hacía lo que quería durante su estadía en el extinto SQP. Uno de los momentos más recordados, es cuando el hoy humorista, interpeló a su compañero J.P Queralto con la mítica frase “vo’ no hay vivi’o en block”, acusando al periodista de no conocer la realidad de lo que hablaba, algo que muy bien podría apuntar a quienes el Senado designó como expertos para limitar la “reforma” de la constitución que definirá la vida de los chilenos y chilenas los próximos años (Y sí, tristemente creo que todo decantará una simple reforma).
Aunque pareciera que todo se abrochó tras el fracaso de la Convención, lo cierto es que este siempre fue el plan. Recordemos que todo esto les tomó por sorpresa. La clase política no esperaba que el ciudadano envenenado por la ilusión de la libertad económica, un día simplemente explotara. Fue en ese contexto que Piñera emite el icónico “no lo vimos venir” y tras diferentes intentos buscando “apaciguar” los ánimos, se abre a cambiar la Constitución creada en dictadura y validada por el acomodo de una elite en democracia.
La clase política prácticamente entre la espada y la pared comenzó a idear contra el tiempo un proceso constitucional bajo una lógica que les permitiera mantener el control. Claramente lo anterior, no les importó a los ciudadanos que decidieron por un proceso SIN POLÍTICOS y que prefirió a una mayoría independiente, aunque algunos tuvieran que perder su libertad bajo la leyenda de “independiente por tal partido político”, sin obviar el engorroso proceso para recolectar firmas en medio de una pandemia.
Todo acabó como acabó y de eso no hay mucho de qué hablar. Lo que significó el debate para decidir la ratificación de la Constitución redactada por la convención, dejó a una ciudadanía hastiada y totalmente dividida. Los meses consiguientes vino algo que denomino “desarticulación del proceso constituyente”, se estiró el chicle de tal manera que todo lo que alguna vez fue, calienta menos que la selección chilena de cara a un nuevo proceso mundialista.
En conclusión, parece que en toda la nebulosa quedó la simplista idea de que había que sacar algo, no importa la forma, sino más bien el resultado. La derecha acomodó un proceso que le acomoda, pero que le costó su alianza con su sector más conservador. La izquierda se encuentra en la disyuntiva de validar un proceso para no ratificar la vieja Constitución, o simplemente no participar. Todos los panoramas terminan igual, en los mismos de siempre, mirando desde sus privilegiadas vidas como pueden solucionar problemas de una realidad que desconocen, porque simplemente, ellos no han vivido en block.
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