Culpable fue considerado, por parte del Tribunal Oral en Lo Penal de San Bernardo, el ex carabinero Patricio Maturana Ojeda, quien disparó una bomba lacrimógena a Fabiola Campillai el 26 de noviembre del 2019, cuando la ahora senadora se dirigía a su trabajo durante el estallido social.
Por este brutal ataque, que causó que la parlamentaria sufriera la pérdida de tres de sus sentidos (vista, gusto y olfato) y fracturas craneales, el uniformado fue considerado culpable -de forma unánime- del delito de apremios ilegítimos con resultado de lesiones graves gravísimas.
«Su intención no fue usar el arma conforme a su naturaleza y finalidad para dispersar o disuadir muchedumbres con el humo del gas lacrimógeno, sino que su propósito fue hacer daño a cualquiera de ellas», fue parte de lo que afirmó la jueza Marcela Nilo.
El Ministerio Público solicitó una condena de 12 años de cárcel para Maturana, veredicto que se dará a conocer el próximo 10 de octubre.
Consultada por el fallo en una rueda de prensa, la ministra del Interior y Seguridad Pública, Izkia Siches, dijo que como Gobierno «esperamos que la resolución de la Justicia ojalá pueda sanar en algo las heridas que tiene ella en torno a lo simbólico que significan».
«Somos muy respetuosos de las instituciones del Estado y de la autonomía de los mismos, pero también tenemos un compromiso estricto con los derechos humanos y en particular con aquellas personas que son víctimas», dijo la jefa de gabinete, que destacó el «cariño y fraternidad» de La Moneda con la senadora.
Campillai es una de las víctimas más simbólicas de la brutalidad policial que se empleó en Chile para sofocar las manifestaciones y que fue denunciada por organismos como ONU y Amnistía Internacional.
Su caso y el de Gustavo Gatica, el otro joven que perdió la vista en la crisis social, dieron la vuelta al mundo y visibilizaron la epidemia de mutilados oculares que dejaron las revueltas.