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Columna: Amor, amor, donde oí esa palabra…

Ya lo decían en los ochentas los prisioneros, describiendo algo muy importante que no cuadraba a la hora de sostener relaciones amorosas, a la hora de “entregarse” a otra persona, a la hora de amar.Para amar, para amar, siendo estúpido serás feliz”. Es decir, a mayor felicidad, mayor estupidez, siguiendo la lógica de la idea. La genialidad del autor es que da cuenta como en el mundo de las emociones y sentimientos, entendiendo las diferencias, está la idea que hay algo que no está claro y constantemente da vuelta o gira, usa y consume una relación. La frase es una bofetada para el amor romántico, cuando lo interpela y dice que hablar de él, el amor, es manosear en el sentido de vulgarizar ese supuesto cariño, afecto y “amor”, palabras que ya han sido usadas en otros y en cualquiera.

González comprende entonces, que el amor que se inicia en los ochenta es un “amor de mercado”, como dice el gran Silvio rodríguez, la diferencia con Jorge González es que este lo hace en clave rock e igualmente ese amor se configura con las reglas del mercado donde todo se vende, se transa e intercambia como cualquier otro objeto o bien de consumo. En eso consiste el manoseo y la limitación del lenguaje con frases que ya han sido usadas con otros y otras. La lucidez del autor radica en que está muy consciente, que sigue dispuesto con todo el daño y efectos colaterales a seguir buscando e “inventar una nueva forma para amar”. Es porfiado Jorge González, ironía aparte, profundiza la visión del amor que nos rige hasta hoy en la frase “para amar tu identidad debes falsear”. Dicho en buen chileno, debes vender la pomada, dar una imagen que no es real, es marketear, es maquillar algo que no es cierto. En una sociedad de mercado, hasta el amor es el resultado de cálculos económicos y personales, es el negocio que está detrás de la “relación amorosa” y que una vez que acabe el encanto, finalizará.

Tanto Jorge González como Silvio Rodríguez, expresaron artísticamente una dura y larga lucha de denuncia contra el amor de mercado, el amor desechable y que finalmente no es amor. Ese límite fue el que nunca transaron y eso los hizo grandes como artistas y personas. Le dieron donde más le duele al imperio y musicalmente nos dijeron que el capitalismo no produce amor, tan solo un simulacro.

Recuerdo cuando pensé que en el mundo
Solo podría hacerme feliz alguna vez
Alguien como tú, nadie más que tú.

Los Prisioneros

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