Con la llegada de la pandemia a Chile se cerraron los teatros, los pubs, los cines y museos. Como consecuencia, los artistas y el sector productivo cultural, se han quedado sin su fuente laboral. A ellos se suman cientos de técnicos y profesionales asociados a esta labor, como sonidistas, maquilladores, escenógrafos, gestores y productores. Este sector aporta al país, con empleo y retribución al PIB. Además, construye identidad, genera comunidad y contribuye a la salud, si se sitúa en el centro a la cultura y las artes.
Ha existido en forma permanente una precariedad laboral en este sector, en que algunos trabajan a honorarios y muchas veces sin previsión ni salud. La mayoría trabaja en proyectos de corta o mediana duración o con financiamiento del público, lo que les permite mantenerse. Hay artistas que realizan cursos o talleres en liceos o escuelas en que comparten su interés en motivar a los jóvenes para que practiquen en algún área que ellos desarrollan. La mayoría se debate en un futuro incierto.
La importancia de la cultura y las artes son la contención necesaria en el sostenimiento de la historia de nuestro país. La capacidad creativa del arte conectan al ser humano con su entorno, alimentan la imaginación, la identidad, el desarrollo de las emociones, lo que nos permite graficar el pasado, el presente.
El arte, con sus distintas expresiones y otras que surgirán, tiene el desafío de abrirse hacia las tecnologías digitales y convivir con los modos tradicionales, fortaleciendo la apropiación cultural en el espacio doméstico en que sus expresiones, desde el arte y la cultura, son para fortalecer y contener a la sociedad.
El arte y la cultura requieren de apoyo estatal, con medidas concretas ante la urgencia y la necesidad de superar la concursabilidad como parte del fomento a la actividad artística. Por esto es necesario disminuir las brechas de género y territorio, en que si bien no es considerada un bien de primera necesidad, ahora más que nunca es necesaria e imprescindible.
Paula Corina Hernández