Yo opino que la educación NO se negocia. Y es que son tantas las vidas involucradas en una institución educativa que me preocupa cómo el gobierno ha intentado improvisar sin tomar en cuenta la enorme desigualdad que tenemos en Chile. Improvisar con vidas, en su mayoría, de familias trabajadoras sin los recursos tecnológicos mínimos necesarios y sin la posibilidad de hacerse el tiempo para velar por una buena educación para nuestrxs estudiantes.
No podemos desconocer que gran parte del profesorado son mujeres y mis lentes feministas me hacen ver que cocinar, limpiar, lavar, CUIDAR Y EDUCAR están convirtiéndose en una sobrecarga de trabajo enorme para muchas. Sin duda, vivimos para trabajar y eso no es vivir. Este inconveniente deja en evidencia que no estamos preparadxs para traer las salas de clases a los hogares.
Hay gente preocupada por todas las aristas que ha traído esta crisis sanitaria. Yo me ocupo por la Educación. ¿Cómo no hacerlo si es la Educación lo que conforma y moldea, de manera importante, a una persona?
Considero primordial reducir las horas de clases a bloques de 45 minutos y que de ese tiempo se destinen 15 minutos para orientar y resolver dudas. Además, es imperante bajar la carga de trabajo, para estudiantes y docentes, destinando como máximo 3 actividades diarias.
Por último, quisiera resaltar la necesidad del descanso entre actividades, de compartir las emociones que surgen a diario y también la oportunidad de reforzar valores positivos para este proceso de transformación y cambio de consciencia.
Redacción