Como en su primera temporada, la telenovela de Piñera ha logrado despertar niveles históricos de movilización social, comparables sólo con las protestas que dieron salida al enquistado Pinochet o a las que ya vimos en la primera temporada estrenada el 2010. “Piñera Uno: That´s how we queremos Chili”, fracasó catastróficamente entre el público, sobre todo del movimiento estudiantil; y hoy, ocho años después, la comedia política “Piñera Dos: Better Times” (títulos en inglés, apelando al público objetivo) ha logrado despertar una ola de protestas feministas y docentes como hace rato el país no veía en su historia contemporánea.
Pero ya existen suficientes análisis a esa tragicómica parodia de gobierno a nivel nacional, muchas más serias y profundas de lo que pretende esta columna. Aquí quisiera proponer una breve crítica de lo que (por calidad) sólo podríamos llamar “culebrón”; como esas series de NETFLIX que uno se ve obligado a ver cuándo ya se vio todo lo demás. Hablo de la temporada dos del “Gobierno Regional de Antofagasta”. Esta comenzó con un reparto inestable, dando lugar a tantas entradas y salidas, que hoy pareciera que casi toda la derecha regional fue nombrada SEREMI por algunos días.
La continua rotación de SEREMIS por falta de currículums, talento, o todas las anteriores, bajaron notablemente el rating y también hicieron peligrar los auspiciadores. El amateurismo de algunas/os divas/os más preocupados de las selfies que de sus cruciales carteras; o de varios/as quienes parecieran no haber leído la descripción del cargo, pasó la cuenta.
Ni artistas invitados, como el fallo de la Haya y la Copa América, han podido ocultar la molestia de los espectadores regionales ante escándalos como la contaminación con fecas por rotura de cañerías del mismo mar que se defendía con banderas, las denuncias por acoso laboral y despidos injustificados de funcionarios públicos, la desastrosa y vergonzosa Consulta Indígena, la precarización de la labor docente, el ignorante e irresponsable negacionismo de las altísimas tasas de contaminación por metales y cáncer, y el desenfrenado desempleo (sobre todo, para las mujeres). Lo último es imperdonable, ya que la telenovela se promocionó a sí misma como una obra maestra en términos macroeconómicos, deconstruida y todo.
Tan decadente ha sido el espectáculo que esta región, por tanto tiempo tan llena de tranquilos/as y mansos televidentes, ha visto como se despegan hombres y mujeres de sus sillones, para sumarse a las continuas y masivas protestas de inconformes ciudadanos/as inundando sus calles y veredas. Por lo menos eso es algo que agradecer.
Pero lo peor que puede pasarle a una teleserie es no ser vista, y ese parece ser uno de los pocos éxitos del Gobierno Regional a la fecha: el ser casi totalmente invisibles. A excepción de los titulares nefastos, como la pésima gestión de emergencias ante las lluvias en el interior y la vergonzosa y nacionalmente cuestionada Consulta Indígena por parte de la SEREMI de Desarrollo Social, son muy pocas las actuaciones rescatables. Tan pocas, que a un espectador común le cuesta mucho mencionar de memoria los nombres de tres seremis sin hacer trampa. Tristemente y antes de alcanzar su mitad de temporada, el culebrón llamado “Gobierno Regional” ya casi no tiene televidentes, sólo los trasnochados y quienes aplauden cualquier cosa. El resto ya cambió de canal.