Otra academia es posible: Co-producción de autonomía y conocimientos cooperativos en macrocampamento Los Arenales

Por Martin Arias Loyola May28,2020
Imagen de archivo: Los Arenales

Por Martín Arias Loyola (PhD)

Exdirector Observatorio Regional de Desarrollo Humano (ORDHUM) y académico, Universidad Católica del Norte (UCN).

Colaborador Centro de Producción del Espacio (CPE), Universidad de las Américas (UDLA).

Visiting academic/postdoctoral researcher, Faculty of Architecture, Building and Planning, University of Melbourne.

¿Para qué nos esforzamos tanto en la academia, si al final no sirve de nada? Es la brutalmente honesta pregunta que recientemente planteó el Director del Centro de Producción del Espacio[1]. Brutal, porque desvela una incomodidad transversal sentida no solo en la academia chilena, sino en todas partes del mundo donde las universidades han adoptado el modelo hipercompetitivo y capitalista del “publicar o morir”[2], también conocida como la rueda de hámster académica.

En el papel (o contrato), los/as académico/as debiésemos cumplir cuatro tareas: investigación, docencia, gestión y vinculación con el medio. Pero en la apurada realidad, la vinculación universitaria es la última preocupación de los/as extenuados/as hámsters académicos, justo detrás de la gestión y la obligada –y considerada por muchos como latera– docencia. La vinculación con el medio no se considera relevante, porque no aumenta los indicadores que aseguran fondos para investigación (FONDECYTs o similares), ni aumenta años de acreditación de centros académicos. Así, cualquier noción romántica de la universidad como espacio de discusión política y cambio social ha sido sofocada por una desconfiada burocracia, creada para vigilar de cerca la productividad científica.

A pesar de esto, aún existen espacios donde la academia se resiste a abandonar completamente su responsabilidad con el acontecer político y la justicia social. Centros de estudios y colegas se han se han escapado de la torre de marfil, promoviendo un trabajo científico al servicio del cambio social. Ejemplos son lo realizado por la Red de Politólogas en avanzar mejoras legislativas e institucionales sobre urgentes temáticas de género; la Fundación Sol, con sus estudios sobre desigualdad de ingreso y condiciones laborales; y el Centro de Producción del Espacio, que ha generado valiosos mapas sobre todo tipo de desigualdades espaciales de forma gratuita.

En Antofagasta, el Observatorio Regional de Desarrollo Humano (ORDHUM) de la Universidad Católica del Norte (UCN) inició el 2017 un trabajo con y para las/os vecinas/os del Macrocampamento Los Arenales, el más grande de la Región de Antofagasta, con el fin de buscar apoyo en su legítima lucha por una vivienda digna. Esta interacción, mediada por la ONG Fractal, dio lugar a una serie de talleres sobre el derecho a la ciudad, donde académicos/as, profesionales y vecinas/os de Los Arenales se permitieron imaginar una utopía urbana y trazar las directrices generales para hacerla realidad.

De este trabajo conjunto, horizontal y mancomunado, resultó un manifiesto hecho por y para las/os habitantes de Los Arenales, donde se proponía acercar la utopía de incorporar el campamento a la ciudad formal y la vida digna a través de la autogestión y autonomía productiva. Los Arenales, cuyas fronteras albergan 13 campamentos y más de 1.300 familias con una rica diversidad migrante, priorizó un proyecto basado en la solidaridad y dignidad humanas, dando pie a conversaciones sobre la creación de una potencial panadería.

La primera panadería cooperativa en campamentos de Chile fue el histórico resultado de ese soñar solidario experimental. El proyecto juntó a actores históricamente separados para el contexto nacional: pobladores de campamentos, ONGs y asociaciones activistas, la academia y el estado más neoliberal del mundo. Así, FOSIS financió las maquinarias, la ONG Fractal coordinó y organizó el proyecto y entrenó en valores cooperativistas, la Universidad Santo Tomás entrenó a las/os futuras/os panaderas/os y el ORDHUM preparó en temáticas sobre administración de empresas y derecho a la ciudad, además de apoyar logística y políticamente.

La tarea no fue nada fácil, puesto que ninguno de los actores tenía experiencia en cooperativismo ni producción de pan. Solo la convicción de avanzar hacia la utopía mantuvo al grupo compuesto por Los Arenales, Fractal y ORDHUM unido hasta el final. El proceso, por tanto, fue altamente experimental, otra novedad para el contexto chileno acostumbrado al reciclaje de recetas o a copiar a contextos desarrollados para resolver problemáticas político-sociales. Curiosamente, esos mismos contextos que imitamos promueven la experimentación en innovaciones sociales, para empoderar a la población más vulnerable. Ahí se entiende que las soluciones más creativas y eficientes usualmente provienen de quienes enfrentan los problemas diariamente y no de tecnócratas que nunca han pisado un campamento o un consultorio público.

Lamentablemente en Chile no imitamos esa confianza en la población, ya que continuamente se subestima a las propuestas populares, sobre todo si provienen de los más pobres. La fe está puesta en tecnócratas, burócratas y autoridades, cuya formación y dogmatismo político han mostrado ser completamente insuficientes para los problemas que intentan resolver. Es decir, el poncho de asegurar una vida digna a las comunidades o familias más vulnerables les queda varias tallas más grande.

Afortunadamente, los/as vecinos/as de Los Arenales hace rato no obedecen amos ni rebaños, ni se dejan amedrentar por autoridades o especialistas. Esta fuerza en sus convicciones les llevó a resolver profundas dificultades a lo largo del proyecto, que incluso llevaron a un quiebre momentáneo en el grupo inicial de cooperativistas. La panadería CINTRA Los Arenales se gestó, diversificó y sobrevivió gracias a la formidable resiliencia de sus miembros, casi todas mujeres. Ellas abrazaron un cooperativismo generoso y diferente, donde un porcentaje de las ganancias iría en directo beneficio de la mejora de espacios comunes en el macrocampamento.

Hoy, la panadería CINTRA Los Arenales no sólo es la única cooperativa en campamentos en un Chile despojado de cooperativismo, sino que también en incorporar una rica diversidad latina ofreciendo pan Boliviano, Colombiano, Peruano y Chileno. Al igual que Los Arenales, la panadería celebra la diversidad de sus raíces, se envuelve en sus sabores latinoamericanos y provee del alimento más simbólico e importante de las mesas populares. Compartir el pan es una invitación a compartir el barrio y la ciudad. Es reconocer a los/as vecinos/as de Los Arenales su derecho a la vida digna, al trabajo bien remunerado, al descanso, y a la felicidad simple y duradera que asegura ser la vida comunitaria.

La experiencia de la panadería fortaleció las confianzas en el grupo de actores que participaron en su creación conjunta (co-creación), lo que llevó posteriormente a postular y ejecutar el primer proyecto “Know Your City” (KYC) financiado por la ONG internacional “Slum Dwellers International” en Chile y Latinoamérica. Este proyecto reforzó los vínculos entre la universidad, ONG y vecinos, donde académicos y profesionales trabajaron por, con y para satisfacer las necesidades de información y formación sobre Los Arenales, todo lo cual potenció valiosos liderazgos de dirigentes, hoy reconocidos en el activismo latinoamericano y global.

Además, alrededor de 100 estudiantes de pre y postgrado de distintas carreras y programas de la UCN colaboraron en las distintas etapas de los proyectos, tanto en la formación de cooperativistas como en el pintado de fachadas del macrocampamento, parte del proyecto KYC. Esto subraya la importancia de incorporar nuevos métodos de pedagogía para los oprimidos (en la línea de Paulo Freire), donde el conocimiento sea co-producido entre estudiantes, sociedad civil y académicos en relaciones relativamente horizontales y solidarias de aprendizaje mutuo: donde nadie se eduque a sí mismo/a, sino que las personas “se eduquen entre sí con la mediación del mundo” (Freire, 1970).

Las enseñanzas de estas experiencias son varias, y han sido resumidas en tres artículos científicos publicados en revistas internacionales (Arias-Loyola & Vergara-Perucich, 2020a, 2020b; Vergara-Perucich & Arias-Loyola, 2019). Lo anterior como parte del compromiso que los académicos asumieron con Los Arenales, de mostrar su lucha y valentía al mundo como parte de una reflexión académica crítica. Los artículos en inglés están siendo traducidos para ponerlos a disposición de la comunidad. Además, un libro está siendo editado para una editorial internacional, donde vecinas/os, dirigentes, profesionales y académicos/as que han participado en la lucha por el derecho a la ciudad de Los Arenales han compartido sus reflexiones. Esto enfatiza que la sociedad civil no solo es fuente de información, sino que actor fundamental en la evaluación crítica y generación de conocimiento.

Las conclusiones de estos escritos y procesos subrayan el deber ético y político de la academia de ponerse al servicio del avance de las condiciones de vida de la sociedad. El producir artículos sin retribuir a la población observada o hacer ese conocimiento accesible a la sociedad en general, solo reproduce el individualismo académico y la infertilidad social de tales esfuerzos. En situaciones extremas, la utilización de grupos vulnerables como meros objetos de estudios puede considerarse, incluso, como un inmoral extractivismo académico.

Asimismo, estas reflexiones consideran el derecho a fallar como fundamental para llevar a cabo proyectos con múltiples y diversos actores, que apunten a generar profundos cambios en sistemas políticos, económicos y sociales extremadamente desiguales, donde pocos prosperan gracias al sufrimiento de muchos. Las innovaciones sociales que acercan la utopía necesitan de experimentación por parte de quienes las llevan a cabo. En consecuencia, el estado debiese fomentar estas iniciativas, especialmente si promueven valores solidarios y cooperativos.

Las experiencias de Los Arenales también resaltan la importancia de generar y mantener redes de lucha y resistencia colaborativas entre una academia políticamente activa y un pueblo movilizado por asegurar su dignidad. Esto facilita la generación de un proyecto utópico y el avance para su realización. Tal lucha no es (ni será) reconocida por indicadores de productividad académica, siendo incluso censurada por académicos/as con una visión purista del quehacer universitario, que aun imaginan a académicos/as como seres celestiales, superiores a los problemas del populacho sin doctorados. Aun así, esta lucha es vital en la recuperación de la universidad como centro de pensamiento y acción científica crítica. Es una urgencia moral y ética a la clase académica largamente privilegiada.

La integración política de la academia debiese apuntar a la construcción de una sociedad garante de derechos como a la ciudad, la justicia, la vida digna y la experimentación. Para esto, académicos/as deben dejar las trincheras disciplinares, ya que asegurar estos (y otros) derechos implica estudiar la compleja realidad social desde distintas dimensiones. Evaluar el impacto de la pandemia sobre los hogares más vulnerables, por ejemplo, demanda la atención del urbanismo, ciencias políticas, geografía y economía, pero también de químicos, biólogos y físicos. Lo mismo para estudiar el desahuciado sistema neoliberal y sus consecuencias sociales y medioambientales.

Respondiendo la pregunta inicial, las experiencias de Los Arenales me hacen creer que el esfuerzo académico sirve para algo cuando reconoce el deber y rol político de ese trabajo, y actúa en consecuencia. Es decir, cuando la academia no sólo aumenta el conocimiento general a través de la investigación y docencia, sino que cuando se pone al servicio de la construcción teórica y empírica de la utopía, con y para la población que la habitará. Así, terminar con la estéril carrera contra uno/a mismo/a, abandonar la jaula de marfil para reencontrarse con el pueblo precarizado, y poner nuestros saberes al servicio del cambio social, son elementos fundamentales para mejor –y más relevante– academia. Una, donde todo es y será posible.

Bibliografía

Arias-Loyola, M., & Vergara-Perucich, F. (2020a). Co-producing the right to fail: resilient grassroot cooperativism in a Chilean informal settlement. International Development Planning Review, Forthcoming. doi: 10.3828/idpr.2020.13

Arias-Loyola, M., & Vergara-Perucich, F. (2020b). Comunidad, academia y el desafío de la primera panadería cooperativa en un Chile sin derecho a la ciudad. Medioambiente y Urbanización, En prensa.

Freire, P. (1970). Pedagogia do Oprimido. Argentina: Siglo XXI Editores.

Vergara-Perucich, J., & Arias-Loyola, M. (2019). Bread for advancing the right to the city: academia, grassroots groups and the first cooperative bakery in a Chilean informal settlement. Environment and Urbanization, 31(2), 533-551. doi: 10.1177/0956247819866156

[1] https://producciondelespacio.org/2020/05/25/sobre-la-posicionalidad-de-dedicarse-a-la-investigacion-en-ciencias-sociales-en-chile/

[2] O “publish or perish” para los puristas amantes del idioma anglosajón.

By Martin Arias Loyola

Martín Arias-Loyola es Director del Magíster en Gerencia Pública y Desarrollo Regional, UCN.

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