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Quillagua cuenta con letras volumétricas que rescatan el valor patrimonial y antropológico del lugar más seco del mundo

Es catalogado el lugar más seco del mundo a pesar de que se ubica a orillas del río Loa que en su desembocadura al mar divide las regiones de Tarapacá y Antofagasta y conserva a su alrededor un valioso legado antropológico. Era el paso obligado de las caravanas de intercambio de los pueblos del interior con la costa y en la actualidad la parada de buses y autos que entran o salen de la zona franca para refrescarse y estirar los pies en su tránsito por la ruta 5.

Se trata de Quillagua, un hermoso poblado que esconde un patrimonio con diversos atractivos turísticos, entre los que destacan el valle de los meteoritos y el parque de geoglifos y petroglifos de Calartoco, entre otros. Éstos, son grupo de formaciones tipo cráteres y figuras antropomorfas y geométricas que retratan la existencia de humanos que vivieron entre el 900 al 1400. Además, en el camino de la ruta se observan los vestigios de lo que fueran las oficinas salitreras de principios del siglo XX, como otro de sus interesantes y llamativos sitios para visitar.

Es en estos parajes es que se instaló el nuevo atractivo turístico de letras volumétricas que será inmortalizado por los visitantes que se llevarán fotografías de su paso por este desértico lugar de gran historia escondida bajo su tierra. Una infraestructura diseñada y construida considerando una altura de ciento cincuenta centímetros y una profundidad de veinticinco centímetros, las cuales están sujetas mediante un sistema de anclaje metálico a una base de hormigón armado y vibrado, pintada con los colores de la whipala.

El presidente de la comunidad aymara de Quillagua, César Castro, expresó que “esto marca el inicio, el comienzo de un gran camino hacia el progreso. Nuestra comunidad está contenta por recibir estas letras que están muy hermosas, representando los colores, orgullosamente de nuestra bandera whipala”.

Además, el representante de la comunidad quillaguina añadió que “este es una gran avance para el turismo, porque la gente que transita por la ruta 5 va a saber que este es el ingreso a mi pueblo, que está protegido por un bosque de algarrobos y no es fácil verlo, lo hermoso que es este valle que enamora a todo visitante, además de sus atractivos turísticos, como el valle de los meteoritos y el parque de los geoglifos de Calartoco”.

Una iniciativa que fue liderada por la Dirección Regional de Sernatur Antofagasta, quienes impulsaron esta obra, en un trabajo participativo junto a la Municipalidad de María Elena y la Comunidad Aymara de Quillagua. El proyecto se enmarca en el programa F.N.D.R “Ejecución del Plan de Turismo Sustentable 2019-2022” y es financiado por el Gobierno Regional de Antofagasta, aprobado por el Consejo Regional y ejecutado por la Consultora I-O.

El alcalde de María Elena, Omar Norambuena, señaló estar muy feliz porque “así contribuimos a una solicitud que hace formalmente la comunidad de Quillagua en igualdad de condiciones cuando este hermoso proyecto que simboliza a los pueblos, a las ciudades también se haya considerado un paso importante  a la región de Antofagasta”.

Cada letra contiene un elemento característico relacionado con la comunidad y el poblado, como el sol abrasador del desierto, el arte rupestre, el cielo y su astronomía, la artesanía, la ganadería, el tranque Sloman y las oficinas salitreras. Además, al costado se encuentra una cruz andina o chakana, símbolo milenario de los pueblos andinos que es un puente a lo alto que en aymara se escribe “Pusi Chakani”, todo pintado en los diferentes colores de la bandera whipala.

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