Por Paula Molina*
Desde que se descubrieron, las vacunas -junto con la potabilización del agua- han sido una de las claves del éxito de la salud mundial, aportando grandes beneficios a la humanidad. Enfermedades que hace décadas generaban una gran mortalidad, anomalías congénitas o discapacidades como la viruela, la poliomelitis, el sarampión, la difteria o la hepatitis B, hoy ya están erradicadas, en camino a serlo o controladas por los sistemas sanitarios.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, las vacunas evitan entre dos a tres millones de fallecimientos al año. De hecho, ningún otro medicamento ha salvado más vidas, dándonos una idea de lo crucial que han sido en el mantenimiento de la especie. Por eso, hoy nos encontramos en uno de esos momentos “cruciales” de nuestra propia historia.
Y a pesar de todas estas consideraciones, las vacunas siguen siendo un tema controversial. Especialmente ahora, cuando ya se están aplicando las primeras desarrolladas destinadas a controlar la pandemia del coronavirus. Sin embargo, para que esto ocurriera, cada desarrollador tuvo que pasar por ensayos clínicos, que determinaron su seguridad y efectos biológicos, además de la eficacia en la prevención de la enfermedad. Aún así, existen detractores debido a la rapidez con que éstas se han desarrollado.
Por eso, es importante recordar que cuando se decretó la pandemia por el –en ese entonces- nuevo virus H1N1 de la influenza, que fue detectado en abril de 2009, el 5 de octubre de ese mismo año se administró la primera dosis de una vacuna para combatirlo. Esto ocurrió ya que existían investigaciones y desarrollos previos -para otros virus de influenza-, que ayudaron a dar con la fórmula correcta en un tiempo récord. Lo mismo ocurrió para que hoy tengamos una serie de ellas para frenar este nuevo coronavirus.
Actualmente, muchas de las vacunas contra la influenza combinan su protección para virus A, B y sus variantes, reduciendo entre un 40 y un 60% el riesgo de contraer la enfermedad, según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, y previniendo más de 85 mil hospitalizaciones por complicaciones asociadas a la misma enfermedad sólo en el territorio norteamericano. Sí, la misma que nos aplicarnos todos los años comenzando marzo y antes que llegue el invierno.
Hoy es esencial que podamos proteger a nuestro organismo de la mayor cantidad de patologías posibles, especialmente de las amenazas que llegan con el invierno, además del coronavirus. No olvidemos que la vacunación es un acto de responsabilidad propio y para aquellos que nos rodean, constituyendo una de las medidas sanitarias que más beneficio han generado a la humanidad.
*Paula Molina es Químico Farmacéutica de Farmacias Ahumada.