Cuando las personas no ven soluciones de parte de sus gobernantes, ven un panorama muy oscuro, pero siempre surgen valores que crean un sendero de luz que incentiva a tomar una actitud digna de imitar: La solidaridad.
Y ya la ha vivido nuestro país, con la solidaridad que se ha tenido con mujeres violentadas y muertas como Ámbar, Antonia, Fernanda Maciel, Gabriela, Karen, Sandra y tantas más que han sido brutalmente muertas, desaparecidas. Las mujeres crean redes de apoyo frente a una cultura patriarcal, donde persisten enquistadas las discriminaciones. Las mujeres se manifestaron exigiendo justicia con solidaridad y la reivindicación de una vida sin violencia.
El rol de la solidaridad y la organización en los territorios ha sido clave para que las ollas comunes funcionen y puedan resolver la inmediatez de la necesidad de las familias que como producto de la crisis sanitaria han tenido como consecuencia una situación social y económica que, lamentablemente, demorará en resolverse, no solo a nivel país, sino también a nivel mundial.
La reivindicación de la recuperación de las tierras ancestrales mapuches, en que a diario hay enfrentamientos y allanamientos a las comunidades, montajes judiciales y asesinatos de comuneros mapuches, ha traído como consecuencia la existencia de presos políticos que son sometidos a torturas, castigos físicos y psicológicos. Son tratos crueles e inhumanos, con violación a los derechos humanos. Por ello es necesario saber que en el trasfondo de este conflicto está la defensa del medio ambiente, de los derechos humanos y de las libertades democráticas que a ninguno debería resultarnos ajena.
Por ello, debemos levantar un gran movimiento de solidaridad con el pueblo nación Mapuche, tenemos que luchar con la misma fuerza y en unidad para construir el país que queremos, en que nuestros pueblos originarios puedan desarrollar su cultura con respeto a la naturaleza.