Columna: El otro periodismo

Un periodismo pluralista, medios diversos y dialogante, esos que ofrecían una visión  panorámica de la realidad, ya casi no encontramos. Es más, parecen espejismos de lo que un día hubo y que la dictadura militar se encargó de barrer, simplemente por no tratarse de medios aliados o afines a sus ideas político-económicas.

Al regreso de la democracia, o lo que nosotros pensamos que era, nació la esperanza de lograr un abanico variado de información. Sin embargo, las limitaciones a los contenidos se mantuvieron. El Estado no entregó recursos a los medios para contribuir al fortalecimiento de esta “seudodemocracia”. Es decir, los medios no tenían otra opción que operar bajo la lógica del mercado.

“Los propietarios y directores de los medios de comunicación necesitan periodistas ‘domesticados’ que no alteren los estándares de un producto industrial con juegos gratuitos, como la creatividad y la libertad de expresión” (Raquel Salinas. “La Autonomía de la Prensa: Una Ilusión”, 1986).

¿Qué ocurrió? Con los años la mayoría de estas plataformas desaparecieron, quedando solo grandes conglomerados, monopolios que hoy no dudan en ponerse al servicio del poder de turno, ese que entre la realidad y la ficción ha logrado manejar las comunicaciones.

“El poder económico se apoderó de los medios de comunicación como instrumento para domesticar la democracia que inevitablemente venía. Se intentaba, así, ejercer el control sobre la opinión pública mediante la instalación de una agenda favorable a su proyecto de país, a sus intereses individuales y de grupo, e incluso a sus eventuales fantasmas históricos” (Rafael Otano, Periodista).

Frente al evidente cerco mediático emergen, lento pero seguro, los medios independientes, quienes durante el denominado Estallido Social informaron cada jornada, en terreno y sin recursos, pero con la clara convicción de informar aquello que los grandes medios se encargan de ocultar.

Durante la pandemia el panorama no ha cambiado. La televisión y los diarios tradicionales, por ejemplo, se han presentado oficialistas y con “ciertos matices” que finalmente se traducen en contenidos totalmente disociados de la realidad.

Ante esta reflexión no llamamos a no informarse con las grandes cadenas, sino más bien, a abrir los sentidos, a diversificar las fuentes informativas, a investigar, leer y preguntar. No debemos permitirnos quedarnos con una única mirada, y en especial, a estar atentos para formar parte de este complejo pero maravilloso proceso que significa lograr un mejor país para todas y todos, y no para unos pocos.

By Carolina Cáceres Ogalde

Carolina Cáceres Ogalde es Periodista, Licenciada en Comunicación Social y Presidenta del Colegio de Periodistas de Antofagasta.

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