Por Javiera Gallardo Becerra y Francisco Rivas Morales
A eso de los 18:00 horas de este jueves 21 de noviembre, la renombrada Plaza de la Revolución (ex Sotomayor) ya palpitaba con una nueva jornada de protesta social, en el marco de las masivas movilizaciones que han mantenido al país convulsionado durante más de un mes.
Niños, niñas, jóvenes y adultos atestaban el lugar al ritmo de la música auspiciada por las incansables batucadas y bandas de bronce. Una fiesta pacífica por el legítimo derecho de las personas a exigir una sociedad más justa.
También hubo momentos emotivos, de profunda solemnidad. La gente hizo silencio mientras una solitaria trompeta recitaba El Derecho de Vivir en Paz, uno de los himnos que han acompañado estas semanas de movilizaciones.
Mientras la algarabía era total en la plaza, cuadras más abajo un conductor transformó las calles en un caos cuando sin mediar consecuencias, avanzó a gran velocidad y atropelló a varios manifestantes que se encontraban en la intersección de Baquedano con Condell.
Fueron los mismo manifestantes quienes prestaron los primeros auxilios a los heridos, permitiendo la llegada de Bomberos al lugar. A pesar del apoyo de la presencia de los voluntarios y de la misma gente, las fuerzas de Carabineros avanzaron disparando bombas lacrimógenas, lanzando piedras y dispersando a la gente que se encontraba protegiendo a las personas arrolladas.
Cuando la noche caía, y con la Plaza de la Revolución a oscuras, los manifestantes se mantuvieron aún al ritmo de la música. La música se trasladó a las barricadas al son de Los Prisioneros y los fuegos artificiales.
Paula Corina Hernández