Columna: Hacer periodismo en una democracia débil

El periodismo cumple una labor esencial en el cuidado y mantenimiento de cualquier democracia. Es considerado, incluso, como el cuarto poder al realizar una continua fiscalización del gobierno y de las grandes esferas públicas. Sin embargo, al ejercer la profesión nos enfrentamos con una alta concentración de medios, técnicas implícitas de censura y escenarios donde es mucho más fácil motejar a la prensa de partisana que enfrentar con visión de justicia las problemáticas sociales.

Si bien el periodismo no ha existido siempre, la labor informativa es tan antigua como las primeras civilizaciones. Fue en 1596, en Alemania, donde se llevó a cabo la primera impresión informativa con el “Mercurius Gallobelgicus”, donde la libertad de prensa era más bien una la libertad de opinión de hombres adinerados que incurrían en grandes faltas éticas periodísticas al valor de la verdad y la objetividad, a cambio de plasmar su ideología política, por lo que claramente, era inviable exponer puntos de vista incómodos e impopulares.

Sin embargo, lo anterior no se aleja totalmente de la actualidad. Si bien hoy por hoy no hay barreras explícitas para investigar, cubrir y denunciar temas por parte de los periodistas, ¿no son acaso los oligopolios informativos los que limitan las voces del discurso público? Cuestionarnos en torno a esto nos brinda tres grandes respuestas. Primero, hay una gran carencia de sistemas mediáticos diversos y robustos que garanticen la democratización de la información. Segundo, nos proporciona una justificación razonable para entender el desgaste y desconfianza colectiva sobre los medios de comunicación. Tercero, nos permite visibilizar y admitir la presencia de censura periodística en la actualidad.

Un ejemplo de lo anterior fue el caso de la periodista Paulina de Allende, quien sufrió un veto por parte del general de Carabineros Alex Chaván en un punto de prensa luego de que la periodista empleara la palabra “paco” en un despacho por el asesinato del Carabinero Daniel Palma, lo que originó su posterior despido del canal Mega. Asimismo, en Antofagasta vemos otro ejemplo con la acción judicial ante la Corte de Apelaciones que presentó el alcalde Jonathan Velásquez, para eliminar una columna de opinión realizada por Diario Antofagasta.

El mensaje es claro: es fundamental proteger y fortalecer la democracia y, en consecuencia, el ejercicio de la profesión periodística. Para ello, se debe trabajar por la construcción de medios de comunicación robustos y divergentes que rompan el esquema hegemónico actual. Asimismo, no se puede normalizar ningún tipo de comportamiento que atente contra la libertad de informar, como los casos mencionados anteriormente. Son precisamente los puntos de vista impopulares los que nos permiten crear debate público, reducir la polarización y, por tanto, cuidar nuestra democracia.

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