Columna: 47 años y 1 día

Por Martin Arias Loyola Sep11,2020

Hoy se conmemoran 47 años del abrupto término de uno de los proyectos políticos de cambio social más ambiciosos a la fecha, la Unidad Popular. Su fuerza nacía de las reuniones sindicales, las pichangas en los barrios, el levantamiento de poblaciones callampas transformadas en campamentos de formación política, todas actividades potenciadoras de creatividades para imaginar ese Chile de todas y todos, así como los medios para su realización. Tan grande es el legado de este periodo de reconstrucción social, que muchos de sus primeros hijos aún mantienen los pilares socioeconómicos del país marchando. Sólo basta recordar la nacionalización por votación unánime de la industria minera.

Pero la derecha chilena, fiel a su historia de agresiva falta de imaginación y humanidad, aplastó la alegría de un pueblo que se había atrevido a levantarse para comenzar a construir su utopía. Un 11 de septiembre, militares y privados traicionaban nuevamente a su gente (herman@s, vecin@s, amig@s), a su bandera (cada vez más teñida de rojo), incluso a las cruces e iglesias que tanto visitaban cada domingo. Traicionaron todo lo que hasta el día de hoy juran considerar sagrado. Todo, como siempre, para detener el alzamiento del roterío empoderado y empecinado en lograr la dignidad adeudada desde el nacimiento de la nación.

Ese 11 de septiembre el pueblo emancipado era acusado de crímenes contra la jerarquía social, traición a la acumulación infinita de riquezas en la elite económica y terrorismo contra los frágiles corazones de aquell@s con apellidos latifundistas. Durante la tarde era enjuiciado por una pequeña comisión de hombrecillos disfrazados con trajes de distintos colores y numerosas jinetas. El más chillón de todos amenazaba a La Moneda, asegurando que el mismo presidente que lo había rescatado de su vida de mediocridad no viviría para hacer ninguna apelación.

Abatido el presidente Salvador Allende, el pueblo era condenado a una vida de terror, violencia, desigualdad y neoliberalismo, mientras la junta cerraba con llave las grandes alamedas. El candado lo puso el traidor chillón, quien luego de eliminar toda su competencia, aseguró la supervivencia de su legado tras una infame Constitución. Aunque el carcelero fue jubilado contra viento y marea, el creciente pueblo pobre de un país violentamente desigual siguió cumpliendo su condena. Otros se harían cargo de mantenerlo mínimamente alimentado, mientras hacían las paredes de la cárcel cada vez más gruesas. Así, pasaron las décadas, y con ellas un desfile de carceler@s reconvertidos, vari@s de ell@s salid@s desde las mismas mazmorras que ayudaron a reforzar.

Pero el 8 de marzo del 2019 las mujeres de un pueblo demasiado acostumbrado a las cadenas de los salarios miserables, el sobre endeudamiento, la mala salud, la pésima educación, la discriminación de raza, género e ingreso, comenzaban a agitarse. El 18 de octubre del mismo año, l@s estudiantes secundarios inspiraron al pueblo a romperlas. Y hoy, casi un año después de esta insurrección histórica, el pueblo se moviliza por aplastar definitivamente el pilar más importante del legado dictatorial: la Constitución de Pinochet.

Hoy, 47 años y casi 1 día después de dictada la condena, un pueblo movilizado decide que ya ha tenido suficiente. A pesar de la peor pandemia mundial de la historia, de los ojos perdidos, de tod@s l@s caídos, l@s detenidos, l@s humillados, l@s torturad@s y l@s golpead@s. A pesar, y quizás justamente por respeto a todo lo arrebatado, el pueblo obliga hoy a sus prepotentes carcelarios a abrir las rejas, recuperando su libertad. Hoy el pueblo movilizado, recoge las esperanzas desaparecidas el 11 de septiembre de 1973, las renueva, las fortalece. Hoy, por tod@s aquell@s que se atrevieron a soñar, por l@s que vendrán y por l@s que ya no están, Chile está a punto de romper los candados. La profecía de un médico visionario finalmente se concreta. El pueblo liberado abrirá las grandes alamedas.

Martín Arias Loyola, PhD
University of Melbourne – Chile Despertó Melbourne

By Martin Arias Loyola

Martín Arias-Loyola es Director del Magíster en Gerencia Pública y Desarrollo Regional, UCN.

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