Cambio Climático: Lo que el pueblo tiene en juego

Por Felipe Cárcamo Jul25,2019

Estando a solo meses de terminar la segunda década de los 2000, nos encontramos inmersos en un mundo hiperglobalizado en el que los hechos comprueban que enfrentamos desafíos globales inéditos para la humanidad.

Actualmente escasea el tiempo que dedicamos a reflexionar sobre el gran tema del siglo XXI y aquello no es más que una consecuencia de lo que hemos venido haciendo desde hace ya cinco siglos bajo un sistema capitalista, el cual se ha profundizado notoriamente con los ideales de la modernidad entre los siglos XIX y XX, basados en el progreso infinito y la dominación de la naturaleza para los fines de la humanidad y que se ha acrecentado con el neoliberalismo que terminó por consolidarse desde los años 70 hasta ahora.

Hoy, los gobiernos de los presidentes Piñera, Bolsonaro o Trump, ya sea en sus divergencias o núcleos de encuentro, no proponen alternativas distintas a los males que nos han llevado, sino que más bien, nos instan a acentuar los efectos del cambio climático con una nueva validación del consenso neoliberal.

En el último tiempo se ha generado una ola de descontentos en torno al fraude que ha significado el neoliberalismo chileno, con la creciente necesidad de abordar nuevas identidades y demandas y de avanzar hacia un tipo de sociedad con mayor sustento colectivo (colectivo-individual).

Los acuerdos entre cuatro paredes y el consenso neoliberal que se instaló, no cumplieron ni con los ideales liberales económicos ni con el bienestar de las personas. Es una situación que, desde el 2011, con mayor fuerza, constituye la gran molestia de quienes ven en esto una crisis de esta restringida democracia que tenemos.

Es en este esquema en el que las personas se han visto obligadas a participar en un consenso neoliberal al que no han sido invitadas, sino que obligadas, saqueando el territorio sin fin y sin dimensionar las consecuencias que, irremediablemente, traerán tanto para los ecosistemas como para las comunidades.

El caso más emblemático de esta situación es Quintero-Puchuncaví, ya que se ha convertido, muy a nuestro pesar, en una verdadera “zona de sacrificio”, tal como ha sido calificada por los mismos movimientos sociales, quienes han logrado masificar el concepto.

Aún con un caso tan preocupante, nuestra sociedad no está tan organizada como nos gustaría, así como tampoco, las élites económicas y políticas se han esforzado por ampliar el debate más allá de lo que cada actor defiende desde su propia trinchera y peor aún, aceptando una visión autoritaria, sin siquiera haber logrado, democráticamente, el consenso sobre lo que realmente queremos. Así y todo, seremos sede de uno de los encuentros diplomáticos más importantes y cruciales para el mundo y para nuestra joven nación: la 25° Conferencia de las Partes, conocida por su abreviatura, COP25.

Así también y tal como ha sido recurrente en estos encuentros globales como Río 92 o Seattle 99, se han conformado organizaciones y un movimiento global que son críticos con esta globalización y que, apuestan por un tipo de globalización democrática, conocida como “alterglobalización”, la misma que en Chile también está ocurriendo.

Esto, porque paralelamente a la COP25, en nuestro país se estará realizando la Cumbre de los Pueblos 2019, una instancia que se instala como un espacio antineoliberal que lucha por la justicia climática.

Por tanto, es fundamental que pongamos atención a este encuentro no solo con el fin de adquirir argumentos para refutar la tradicional conferencia internacional, sino también por las apuestas estratégicas que plantean y las formas organizativas que tienen, ya que tal como ocurrió en Seattle o Río, probablemente instalarán temas que marcarán la agenda pública.

¿Tienen buena memoria? Los invito a reconocer al autor de esta frase: “Para lo que no tenemos tiempo es para evitar que el cambio climático se transforme en tragedia. Es responsabilidad del ser humano. Y es una buena noticia, porque precisamente como lo hemos causado nosotros, nosotros podemos cambiar el curso de la historia”. ¿Ya lo identificaron? La cita es del Presidente Piñera y aunque nos haga sentido cuesta entenderla al analizar la incoherencia que ha caracterizado a este gobierno en temas medioambientales.

¿Entonces? Pues pareciera, que algunos creen que olvidamos la reforma en favor de las empresas que se envió al Congreso durante el 2018 para reformar el Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (SEIA) o que en ese mismo año tampoco se haya firmado el tratado de Escazú, situación que podría revertirse en septiembre próximo.

La COP25 y la Cumbre de los Pueblos 2019 surgen entonces como una oportunidad para mirar el futuro fríamente y con la certeza de que Chile será uno de los diez países más afectados por el cambio climático.

Eso requiere sí o sí llegar a nuevos consensos como sociedad, pero no aquellos que conocimos en los 80 y 90, sino acuerdos que nos inviten a conversar y cambiar de paradigma. Con lo que estamos haciendo ahora, los efectos negativos del cambio climático serán avasalladores para el 2030 y peor aún a fines del siglo, pero no para todos, sino para las mal llamadas clases medias y populares.

La invitación entonces es a que tengamos una exitosa COP25, la cual podría sellar los acuerdos de la COP24 y dar pie a que se cumplan los acuerdos que establecieron 200 países, toda vez que se defina la forma en la que se financiarán y por qué no, lograr también el éxito de la Cumbre de Los Pueblos 2019. Entendiendo siempre que debe ser la sociedad la que, organizada, debe pensar y decidir su futuro basándose en propuestas y formas organizativas que van desde el barrio, lo local, nacional y global, de manera articulada, en redes de solidaridad y coordinación.

Como ciudadanos, requerimos de espacios de encuentro y articulación entre los diversos actores que permitan enfrentar seriamente el desafío. Si aquello no ocurre, seguiremos siendo el público de un estadio en el que se desarrolla un partido clave: por un lado, la élite esforzándose por anotar un gran número de goles, sin tener consensos sobre cómo actuar y por otro, una sociedad que se organiza para aplicar una estrategia de equipo que les permita salir sin lesionados. En definitiva, esto es lo que se está jugando este 2019.

By Felipe Cárcamo

Felipe Cárcamo es sociólogo y encargado macrozonal norte de Convergencia Social

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