El 5 de octubre de 1988, mediante el plebiscito del «Si» y el «No», Chile decidió terminar con el régimen de Augusto Pinochet.
El año 2020 quedará en nuestras memorias y en los libros como un año histórico, no tan solo en el mundo por la pandemia de COVID 19, sino que también por el proceso constituyente que se vive en Chile. Hace 32 años, Chile vivía un proceso democrático totalmente distinto, pero con los mismos aires, que buscaba poner fin a la dictadura cívico-militar.
«El principal problema de la actual constitución, incluso con todas las reformas que se le han hecho, es que neutraliza la acción política y la deliberación democrática en un sistema representativo, por lo que impide que las mayorías definan las políticas públicas para el bien de la población, permitiendo que una minoría instale su visión como si fuera una mayoría», explicó Pablo Rojas, representante de Antofagasta por una Nueva Constitución. «Este nuevo proceso busca desatar esos nudos de la constitución del 80», agregó el psicólogo.
Origen democrático
La falta de legitimidad por haberse aprobado en dictadura es una de las principales falencias que tiene la actual constitución creada en 1981, y que desde el plebiscito de 1988 ha sido uno de los principales temas, con distintos presidentes que han intentado abordar la carta magna, como el 2005 con Ricardo Lagos, o en el último gobierno de Michelle Bachelet, que trató de crear una nueva Carta Fundamental proceso que no prosperó con la llegada de Sebastián Piñera.
«El 5 de octubre nos hace reflexionar sobre lo que está haciendo el pueblo chileno, terminando algo que quedó inconcluso en 1988», comentó Pablo Iriarte, representante del Partido Comunista y del comando Apruebo Chile Digno. «Suena cliché, pero tal vez la alegría nunca llegó y hoy la gente se está encargando de aquello mediante un proceso más participativo y democrático que nos permite no solo elegir ‘sí’ o ‘no’, sino que además cómo construir ese nuevo país», agregó.
La búsqueda del término del hiperpresidencialismo, quitarle dominio al sector privado en las políticas económicas, y poner al estado y a las comunidades en el centro del país, son algunas de las ideas fundamentales para esta nueva constitución si es que se llegase a imponer la opción «Apruebo», el próximo 25 de octubre.
Participación femenina y cultura
En términos de paridad, el Encuentro de Mujeres de Antofagasta (EMA) cuestiona a las mujeres de la clase política que puedan ser elegidas. «Como feministas populares, que nos construimos desde las distintas vertientes de la clase y del feminismo, no vemos diferencia entre una Constitución de Pinochet y una Constitución generada en el gobierno de Piñera, ambos asesinos respaldados por una clase política y empresarial que respaldaron leyes represivas que hoy mantienen a más de 2.000 presos políticos de la Revuelta Popular», indicaron.
Finalmente, la cultura ha sido un eje importante tanto en el plebiscito de 1988 como en la revuelta social y este nuevo proceso constituyente, movilizando artistas, creando nuevos iconos e imágenes que quedarán en la memoria del pueblo. Y es la participación de los trabajadores y estudiantes la que ha sido fundamental en el desarrollo de las revueltas, que con el tiempo se fue desbaratando. “Se vio debilitada debido a un creciente estado de despolitización. Se instaló en el discurso que ya no nos interesaban determinadas cosas que formaban parte del ámbito intelectual y político”, señaló la gestora cultural, Marcela Mercado.
«Lamentablemente, los partidos políticos actuales siguen instalados en un lugar fuertemente pragmático y de privilegio y, con intención o no, tienden a desarticular el colectivo o el conjunto ciudadano», añadió.
Sin embargo, las y los entrevistados llegan a un mismo punto: la necesidad de dejar atrás la Constitución de 1981 es primordial para avanzar en derechos fundamentales, sobre todo luego del Estallido Social, y una pandemia que logró poner en jaque al gobierno y todo nuestro sistema. Primordial para aquellos que aún lamentan la perdida de seres queridos y quienes se ven desprotegidos por la actual constitución, los mismos que pidieron a gritos dejar atrás el legado de la dictadura.