Por Claudia Paz Maureira Tavilo
Gestora Cultural Universidad de Barcelona
“Somos Región”
Las diferentes manifestaciones musicales se han silenciado por un tiempo en los tradicionales escenarios y lugares de nuestra ciudad, en el país y en el mundo, por la pandemia mundial por Covid-19 que estamos viviendo. Tal vez estemos lejos hoy físicamente, pero unirnos a través de ella es muy importante, ya que reconforta y alimenta el alma como un bálsamo, entre tanto dolor que hoy resiste el ser humano. Además, ayuda a levantar los ánimos y sobre todo sobreponernos a esta tragedia.
La pandemia por la que hoy atravesamos ha afectado todas las áreas del quehacer humano. El Covid-19 ha puesto a prueba todo aquello de lo cual nos preciábamos y que hoy se ve bajo una fuerte amenaza, sin un horizonte claro de salida.
Entre ellas el quehacer cultural, por supuesto, ha sido puesto a prueba en todas sus formas. El modelo neoliberal ya había asestado un golpe serio a la cultura, en la medida en que había transformado la acción del artista en una suerte de industria caracterizada por la precariedad. Además, en un contexto de políticas públicas vinculadas a la cultura con dudosa capacidad para sostener la acción cultural en el largo plazo, transformaron a los artistas en “trabajadores”, deambulando en busca de pequeños nichos de acción.
Hoy obviamente las prioridades están puestas en el ámbito de la salud, pero esto se ha entendido en lo fundamental como una cuestión de infraestructura, sin comprender que en el contexto en que los habitantes pretendemos subsistir, el arte es un factor clave. Evidencia de ello han sido todas las manifestaciones a lo largo del mundo en las redes sociales de como las acciones de arte contribuyen de manera fundamental a mantener un estado de ánimo que permite enfrentar la pandemia.
En esa perspectiva se ha puesto a competir recursos ya asignados a la cultura, con aquellos destinados a otros aspectos también importantes, como la seguridad pública. Pero esta acción se ha realizado en la perspectiva de desvestir a un santo para vestir otro, sin entender que el abordaje de la pandemia debe ser sistémico para alcanzar el éxito.