Columna: La revuelta de los Patipelados

Por Redacción Nov22,2019

Por Gabriela González G.
Licenciada en Historia, Universidad de Chile

Durante estos días de movilización social en las calles del país, se ha evidenciado que no hemos superado las trabas ideológicas, sociales y económicas impuestas hace más de 40 años. Hoy, el ‘oasis de Latinoamérica’ se esfuma, y el modelo se quema hasta sus cimientos.

Bajo consignas que exigen una mejor calidad de vida desde distintos frentes como salud, vivienda digna, educación o seguridad social, se devela el problema de fondo: la profunda desigualdad entre quienes tienen todo y los que no tenemos nada.

Y en los últimos días esta desigualdad se ha profundizado, luego de que diversos grupos de clase alta comenzaran a contramanifestarse portando armas, amenazando con asesinar si es necesario, a quienes utilizan su legítimo derecho a protestar.

Pero esto no es casual. Si bien la escalada de violencia en las manifestaciones ha aumentado, ésta responde a una rabia acumulada por quienes nacen, crecen y viven al margen del sistema. Y sus ataques han sido, cuando menos, simbólicos. Bancos, AFP, grandes cadenas de supermercados y retail, así como estatuas e imágenes de colonizadores y militares varios que en algún momento sometieron, a punta de armas, a este mismo pueblo que hoy se levanta contra esta historia que los ha marginado, buscando construir una sociedad mejor.

Y estos actores tampoco salen de la nada, pues este ‘lumpen’ que se mimetiza con los demás manifestantes, probablemente un día fue un embarazo no deseado, criado en un entorno rodeado de miserias y violencia, sin posibilidades de surgir. Pues en Chile no hay posibilidades reales de surgir, según lo demuestran las estadísticas, que han llegado a evidenciar cómo una familia puede tardar hasta 6 generaciones en salir del círculo de la pobreza*, o que el 50% de la población penal creció en el Sename**. Y no, los casos aislados de progreso no hacen otra cosa más que confirmar la norma.

¿Y cómo responden quienes tienen el poder? Con más violencia, armas, leyes que criminalizan la protesta. Más balas para quienes se manifiesten, estableciendo una diferencia entre el ‘buen’ y el ‘mal’ protestar. Teniendo la solución frente a sus ojos, no la quieren ver, pues si realmente les interesara disminuir la delincuencia reconocerían en las demandas del pueblo movilizado, la solución: mejor educación, menor segregación.

Pero no quieren verlo, y en su lugar, nos dejan ciegos a nosotros. Porque les importa más la propiedad privada, mantener sus lujos, seguir alejados de esas personas que hoy se movilizan. Hoy lo rectifican, y se vanaglorian: de los muertos, los heridos, los torturados, los violados y de quienes han quedado ciegos. Más de 200 ojos perdidos, y no les importa. Nos culpan a nosotros de los saqueos, los incendios, los disturbios, como si eso justificara algo. Sin embargo sabemos que si nada de aquello hubiera pasado, todo seguiría igual. Porque jamás atendieron nuestros reclamos exigidos pacíficamente en las calles, durante más de 10 años, hasta que vieron fuego.

Es un tema de clase, sí, porque buscan que todo siga igual y que los rotos, los flaites, los patipelados, los resentidos, e incluso la inventada clase media (que sin su tarjeta de crédito es una pobre más), no rompan su burbuja ni invadan sus espacios. Porque con la excusa de la delincuencia han demostrado lo que siempre hemos sabido: que sus ‘valores’ son el egoísmo, la indiferencia y el clasismo.

Pero los de abajo tenemos algo que ellos nunca van a conocer: la solidaridad, la comunidad, el compartir. Y sobretodo, la esperanza. La esperanza de reconocernos compañeros en esta lucha inagotable por querer un mundo mejor, que hoy nos posiciona, pues existimos y aunque intenten evitarlo, no nos esconderemos nunca más y conquistaremos nuevamente los derechos perdidos. Y no claudicaremos, hasta que la dignidad se haga costumbre, hasta que valga la pena vivir.

*http://www.diarioestrategia.cl/texto-diario/mostrar/1115734/ocde-chile-toma-seis-generaciones-salir-pobreza

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