La principal plaza de la capital regional, conocida por todos los antofagastinos, alberga los mejores recuerdos de niñez para algunos, pero hay un trágico episodio, y quizás hasta desconocido por la mayoría de las personas: La matanza en la Plaza Colón.
La mayoría tiene una foto en el león. La gente pasea por sus alrededores y los abuelitos la recorren en horas de la mañana, pero pocos saben de un oscuro episodio que significó la muerte de decenas de obreros que solo pedían media hora más de colación.
La historia previa a la masacre
Han pasado 113 años desde que la Plaza Colón y las calles cercanas se tiñeron de rojo. Fue un 6 de Febrero del año 1906 cuando se inició la primera huelga de los obreros del Ferrocarril Antofagasta Bolivia, quienes pedían mejoras laborales. Específicamente, demandaban la implementación de media hora legal de colación para evitar descuentos salariales provocados por la lejanía de sus hogares y los retrasos en sus horarios de llegada.
Según el historiador José Aguirre, «otra razón fue que pedían que el tipo de cambio se pagara 18 peniques, pedían media hora más para almorzar, fundamentalmente que se tuviera consideración, porque los trabajadores que ingresaban tarde a sus turnos sufrían descuentos porque a medida que la ciudad fue creciendo las habitaciones eran más lejanas y eso involucraba mayor tiempo de traslado».
El 29 de enero en la sede de la Gran Unión Marítima, fue donde se oficializó la huelga, contando con el apoyo de ferroviarios, salitreros, marítimos y diversos gremios.
Al día siguiente Antofagasta amaneció paralizada, y fue así como el diario de la época, «El Industrial», informa sobre el inicio del movimiento obrero: «Se acaba de iniciar un movimiento obrero encabezado por los operarios del Ferrocarril, para conseguir una jornada de 8 horas y media hora más de reposo para almorzar tranquilos» (El Industrial, 30/01/1906).
Llegaba febrero y Mapleton Hoskins, quien en ese entonces era administrador del ferrocarril, junto al comité huelguístico, integrado por Vicente Díaz, Casimiro Fuentes y contando con el asesoramiento de Alejandro Escobar y Carvallo, se reúnen para discutir las peticiones acordadas. Sin embargo, Hoskins no los reconoció como negociadores oficiales. Posterior a esto, concurre otro delegado a negociar con Hoskins y este propone aceptar media hora más de colación, siempre y cuando se agregara como extra en la jornada de la tarde, propuesta que fue desestimada completamente por parte de los obreros, quienes siguieron en pie con la huelga.
Las cosas cambiaron rotundamente cuando se convocó a una masiva marcha en la Plaza Colón. A consecuencia de esto se forma la llamada «Guardia del Orden», compuesta por españoles, dueños de comercios, tiendas y clubes, gente del mundo empresarial y burgueses. El Intendente de la época, Daniel Santelices, validó la conformación de este grupo, el que armado y empoderado decide, junto a la intervención del «Regimiento Esmeralda» y el crucero «Blanco Encalada», amedrentar a los obreros movilizados.
El comienzo del final
Llega el día 6 de febrero y miles de huelguistas se reúnen en la plaza, convencidos de luchar contra la opresión por parte de los empresarios. Al negarse la media hora de colación se desencadenó la furia de muchos obreros, quienes cansados de malos tratos y condiciones laborales miserables, deciden rebelarse. Lo anterior, mientras eran rodeados por una fuerte presencia militar.
Son cerca de 2.000 a 3.000 los huelguistas reunidos en la Plaza Colón (no se tienen cifras oficiales), encabezando una lucha colectiva y levantándose contra la opresión que era común y sistemática en aquella época.
entonces se hizo presente la «Guardia del Orden», lo que molestó a la multitud, provocando el intercambio de consignas. Luego se desatan los primeros disparos por parte de la guardia, lo que provocó un caos en la multitud. Los huelguistas huyen hacia las calles Washington y Balmaceda, donde los estaban esperando los efectivos de la marinería, quienes también arremeten contra los trabajadores, ocasionando una verdadera masacre. Según los registros, la matanza duró solo tres minutos, lo que fue suficiente para acallar la voz de cientos de personas que solo defendían sus derechos.
Es así como «El Industrial» informó sobre el «tiroteo»: «Fue nutridísimo y duró tres minutos, al cabo de los cuales las autoridades pudieron darse cuenta de la horrible matanza» (febrero de 1906).
Según las cifras que se manejan, se estima que fueron entre 50 a 60 personas asesinadas, pero ese número se discute hasta ahora, ya que otras fuentes hablan de 300. Hasta el día de hoy no se han podido encontrar registros oficiales que den cuenta de las personas que fueron acribilladas en la matanza de la Plaza Colón. Tras la masacre, durante la noche se realizó el levantamiento de los cuerpos que fueron llevados al cementerio, pero las autoridades y prensa de la época ocultaron el número real de víctimas y heridos.
Las consecuencias
Al día siguiente, 7 de febrero, los ánimos estaban alterados después de la masacre y se desarrollan una serie de disturbios en las calles céntricas de Antofagasta. Los obreros salieron a buscar justicia por sus compañeros fallecidos. Es así como un grupo atrapa a Richard Rogers, a quien acusan de ser partícipe de la «Guardia del Orden», quien resulta asesinado. Posterior a esto, un grupo incendia la tienda «La Chupalla», cuyos dueños eran españoles. Las llamas también alcanzan el edificio donde se editaba el periódico «El Industrial».
En el libro «Episodios de la vida regional», de Floreal Recabarren, historiador experto en la materia, se narra parte de lo ocurrido durante la matanza en la Plaza Colón. Ahí el autor afirma que hubo intentos por apaciguar el conflicto, sin obtener resultados positivos para los obreros.
“Monseñor Luis Silva Lezaeta intervino para evitar mayores desgracias y se reunió con los jefes del ferrocarril para buscar un arreglo al conflicto. Los empresarios estaban obcecados, especialmente cuando advirtieron que los trabajadores estaban atemorizados negándose a tranzar. El día 15 los trabajadores retornaron a sus faenas sin haber conseguido ni la más mínima conquista», relata.
Después de la lucha agotadora y decenas de muertes por parte del Estado y los grupos burgueses de la época, los trabajadores no logran el acuerdo que buscaban. Sin embargo, desde distintos sectores sociales y sindicales se destacó la admirable lucha que dieron por alcanzar mejoras laborales y dignidad.
La memoria es frágil
Muchos antofagastinos, a pesar de vivir toda su vida en la ciudad, desconocen este episodio tan doloroso. En los colegios solo recientemente se recuerda este hecho, pero hay muy poco material disponible.
Hoy en día se desconocen las cifras exactas de obreros asesinados, lo que puede deberse a la censura que hubo en la época o la desorganización y ocultamiento de documentos históricos.
El sociólogo Camilo Araya precisó que «no es lo mismo memoria que historia, pues se suele reconstruir una memoria bastante tergiversada, más bien desde el mito y no desde la investigación. Pese a que existen fuentes documentales para historiar el hecho, estas no están debidamente organizadas ni son de fácil acceso».
En la actualidad hay agrupaciones cómo Coordinadora 6 de febrero, Matanza en tu Plaza y Pampa Negra, además de distintas personas que a lo largo de los años se han dedicado a conmemorar y dar a conocer más este suceso para evitar que caiga en el olvido.
«Desde el año siguiente a la matanza, de 1907 hasta el día de hoy, se han realizado muchísimas actividades que han tenido distinta modalidades, distintos protagonistas, distintos propósitos también. La memoria no es algo uniforme, si no que responde a diferentes intereses y necesidades históricas», señaló Camilo Araya, quien también pertenece a la Agrupación Coordinadora 6 de febrero.
Algunos antofagastinos tienen la memoria frágil. Estos hechos son importantes para la historia local de la ciudad. Son acontecimientos que marcaron un antes y un después en las luchas obreras. Luchas que siguen teniendo trascendencia en nuestros días, cuando siguen ocurriendo abusos laborales.
Tuvieron que pasar años para que en la ciudad se homenajeara a los obreros asesinados en la Plaza Colón. En el año 2016, la agrupación Coordinadora 6 de febrero instaló un homenaje conmemorativo por los obreros caídos. Sin embargo, al ser de madera y yeso, con el tiempo se fue deteriorando. Finalmente, el año 2018 se reemplazó por la versión actual del monolito que podemos encontrar en la plaza, escultura realizada por Marcela Páez, la que fue refaccionada por la condición de oxidación que presentaba.
Es importante mencionar que a lo largo de todo Chile hubo una serie de matanzas contra obreros: La huelga de los estibadores de Valparaíso (1903), la semana roja o mitin de la carne (1905) y la matanza en la Escuela Santa María de Iquique (1907). Todos estos sucesos marcaron hitos a lo largo de nuestra historia y no pueden quedar en el olvido. Es deber de cada ciudadano y del Estado, conservar nuestra memoria histórica.
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