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El triste día de la madre de un grupo trabajadoras de la municipalidad de Antofagasta

Un triste día de la madre están pasando un grupo de trabajadoras a honorarios de la Municipalidad de Antofagasta, a quienes se les niega el pago de sus licencias médicas, además de sus pre y postnatal, en un verdadero «castigo» a su maternidad.

Recientemente, mediante una campaña a través de redes sociales, el Sindicato de Trabajadoras y Trabajadores a Honorarios del servicio público de Antofagasta denunció este hecho que afecta a mujeres que trabajan día a día con los grupos más vulnerados de la población en diferentes programas sociales.

A continuación, algunos testimonios que dan cuenta de esta dramática situación que hasta la fecha parece no conmover a la alcaldesa Karen Rojo:

CLAUDIA MONTOYA

Soy Asistente Social de la Municipalidad de Antofagasta, tengo 28 años de edad y mi embarazo comenzó en el mes de agosto del año 2018. Hace 11 días nació mi primer hijo “Mariano” (22 de abril). Actualmente me encuentro junto a otras compañeras y madres esperando el pago de nuestras licencias médicas, en efecto no he recibido remuneración desde hace meses.

He dedicado mucho amor y tiempo en el trabajo y en defender los derechos de las personas en situación de discapacidad, ¿por qué voy a permitir que vulneren los míos?

Esta situación va más allá de recibir o no dinero, me ha sorprendido la falta de empatía del municipio, de mis jefes cercanos y de Karen Rojo, quienes a través de diferentes acciones han interrumpido este proceso único de maternidad.

En el municipio No existe un protocolo que acompañe a las embarazadas en la solicitud de sus derechos, nos han enseñado a sentir culpa y a pedir permiso como trabajadores honorarios. Meses previos a mi parto visité muchos departamentos buscando respuestas, mis solicitudes han desaparecido más de una vez, he asistido a los Concejos municipales buscando apoyo y he tenido que escuchar las opiniones de otros funcionarios con respecto a lo que merezco o no tener por ser madre.

Hoy y con un hijo en mis brazos, no me avergüenzo en exigir mis derechos como mujer trabajadora bajo el sistema de honorarios. No acepto que nos sigan castigando, que escondan nuestros contratos de trabajos, que la alcaldesa me deje hablando sola en las reuniones y que derive este problema a directores cuestionados con cero empatías hacia las mujeres. No acepto que esta situación se repita con otras compañeras.

DAMARIS ALVARADO ARRIAGADA

Mi nombre es Damaris Alvarado Arriagada, tengo 29 años de edad, hace 4 meses nació la persona más importante de mi vida. Desde que supe que estaba embarazada mi hijo Santiago alegra mis días.

Ha sido una etapa especial, distinta a la que me imaginé, meses con altos y bajos, alegrías, penas, decepción, rabia y un sinfín de sentimientos que a medida que van avanzando los días aumentan. Somos 4 mujeres madres trabajadoras de la municipalidad de Antofagasta afectadas en el NO pago de licencia pre y post natal. Pienso que deberíamos estar disfrutando con nuestros hijos recién nacidos en vez de estar días enteros preocupadas sin saber lo que pasará.

Les cuento que hace 2 años y 4 meses ingresé a trabajar a un programa social que ejecuta la municipalidad, llena de ilusiones y sueños. Día a día me he esforzado por hacer bien mi trabajo, entregándole a las familias más vulnerables mi apoyo, contención y esperanza de que todo va a salir bien. Ahora me pregunto, ¿quién me puede dar ese apoyo a mí, siendo la máxima autoridad comunal la que nos ha dado la espalda? Siendo mujer no ha tenido la empatía necesaria para enfrentar el caso.

¡Necesitamos ser escuchadas, necesitamos respuestas concretas, necesitamos apoyo!

Espero y deseo de corazón que nuestra maternidad no se vea empañada. Es difícil, pero no imposible, que al mirar los ojos de nuestros hijos se iluminen nuestros días de amor y alegrías. ¡Merecemos eso y mucho más!

AINARA OYARZUN RUIZ

Tengo 26 años, soy psicóloga de formación, coordinadora de la casa de la diversidad de la Municipalidad de Antofagasta y fui mamá el 09 de octubre del 2018. Fue una noticia difícil para mí, no me lo esperaba, pero lo recibí con todo el amor que se merece. Tenía miedo, porque quería hacerlo bien, dimensionaba lo que significa criar a otro ser humano y asumí esa responsabilidad con gran valentía.

Tenía un trabajo en el que me iba bien, me había independizado y tenía una relación estable y llena de amor… ¿Qué podía salir mal?

A fines de enero de este año se me informa de manera informal que no se me pagaría lo que quedaba de mi post natal. La noticia me tomó por sorpresa y desde ahí he ido al municipio en muchas oportunidades, a reuniones para aclarar el tema, a consultar por mi contrato, el cual firmé en más de una ocasión por negligencias de parte de la entidad. Fui yo quien tuvo que estar llamando, preguntando y hasta casi suplicando que me dieran respuestas y soluciones, dejando a mi hijo en casa y hasta llevándolo conmigo y exponiéndolo a situaciones desagradables.

Me truncaron lo que quedaba de mi post natal, me lo amargaron. Lo llenaron de preocupaciones, de decepción, de rabia y pena. Una etapa que debería ser todo lo contrario… Jamás recibí una disculpa de parte de nadie del municipio, jamás una consideración, al contrario, cada vez que preguntaba me sentía que molestaba, que era un cacho para ellos. Incluso me recomendaron dejar de coordinar el equipo que lideraba, ya que como ahora era madre, no haría bien mi pega porque tenía otras prioridades y no iba a rendir como había rendido antes.

Todas estas cosas calaron hondo en mí, me hicieron cuestionar y reflexionar mucho y decidí el martes de esta semana poner fin a mi relación laboral con la municipalidad para comenzar acciones legales.

Es una de las decisiones más importantes y difíciles que he tomado, por muchos aspectos. Pero he trabajado y me he formado profesionalmente para velar y resguardar el bienestar y los derechos de los otros, ¿cómo podía dejar que se me vulneren los míos? Además, ahora tengo un hijo, al cual quiero criar sin miedo y con el ejemplo de que cuando vea una injusticia, dé la cara y luche, cueste lo que cueste.

Este día de la madre es distinto a lo que siempre pensé, pero me siento con fuerzas y con valentía. No tengo miedo.

Hoy saco la voz y seguiré luchando porque No se castigue la maternidad, no solo por mi, si no que por tantas que no pueden sacar la voz.

MARIANA VALENCIA JELDES

Soy Mariana Valencia Jeldes, de profesión Trabajadora Social. En octubre de 2017 ingresé a trabajar a la municipalidad de Antofagasta en el programa Casa Comunal de Infancia y Adolescencia, desempeñándome en el área de protección, velando por los derechos de niños, niñas y adolescentes. Luego, en abril de 2018 me incorporo a la Casa de la Diversidad, programa que trabaja con las temáticas de Migración, Diversidad Sexual y Pueblos Originarios, áreas en las que se desarrolla un gran trabajo por parte del equipo profesional, puesto que son un grupo que una gran parte de la sociedad discrimina y no valora en cuanto al potencial y aporte que nos pueden entregar.

Por lo señalado es que se llevaba, en cierta medida, una defensa a la vulneración que estos sufrían. Hoy en día, viviendo mi post natal, llevo mi maternidad, si bien, feliz por un lado de estar junto a mi hija y ver día a día como va creciendo, por otro lado queda un lado amargo de este proceso, el cual debería ser dichoso en todos los aspectos. El municipio de un día a otro me informa que no pagará el pre ni post natal, quedando a la fecha en una incertidumbre y preocupación constante por cómo llevar el mantenimiento de todo lo que conlleva tener una hija. ¡Ya van cuatro meses sin sueldo!

¿Empatía? ¿Solidaridad? ¿Comprensión?… Nada de ello he recibido al día de hoy por parte de la administración y duele que siendo una mujer al mando de la comuna no solidarice con la gran problemática de las trabajadoras que nos encontramos en esta situación.

Hoy, celebrándose el día de la madre, el mensaje que entrego es a valorar “cada día el rol de madre (independiente de quien lo cumpla)”, también a valorar a la mujer y ser más empáticas con nuestro género. Quizás, un correo brindando apoyo y mostrando solidaridad hubiera cambiado todo.

Tanto de manera personal como profesional seguiré velando y luchando por mis derechos y los del resto, es un deber ético cumplir.

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