Columna: Negarse a ser engañado

Vivimos tiempos complejos en donde un mismo hecho puede ser interpretado de formas diversas. Hoy el vaso con agua hasta la mitad puede ser interpretado como medio lleno y como medio vacío. Tal situación podría permitirnos construir consensos amplios. Cuando nadie tiene la verdad es posible construirla entre todos y permitir la sinergia de diversas visiones.

Sin embargo, con el tiempo se ha ido adoptando una posición mucho más compleja y a la larga perjudicial: se ha instaurado la posverdad. La posverdad es la situación en que un pequeño grupo de interés se confabula para crear relatos que a la larga terminan siendo asumidos con credulidad por muchos, aún cuando no sean ciertos. En épocas de elecciones se visualizan con más fuerzas esas posverdades: la manipulación de encuestas, como por ejemplo lo que pasó con Beatriz Sánchez y el eterno 9% que sacaría en la elección o en Estados Unidos cuando se instaló el tema del falso certificado de nacimiento de Obama.

La misma situación se está instalando en nuestra región con algunas autoridades locales. Al parecer un elemento cotidiano de nuestra fauna política regional es que se asumen los anuncios como hechos. Varios recordamos el gran cartel del municipio que nos indicaba que “Chaqueta Blanca es una realidad”, situación que a dos años no puede estar más lejos de ser verdad. O por ejemplo las últimas fotografías del alcalde de Calama entregando fardos para las comunidades del interior de Calama. Lo que no explicaban esas fotos era que solo se entregaba un fardo por familia que cuentan con más de 30 ó 50 animales, situación que a todas luces es insuficiente y demuestra la indolencia de quiénes son incapaces de ponerse en el lugar y comprender las necesidades de la gente. Pero en fin, se logró la foto y al parecer sólo importaba el relato, no la verdad.

El problema de esta situación que podría remitirse solo a disquisición filosófica es que estas posverdades terminan dañando al ciudadano. Al final del día miles de personas siguen sufriendo con el olor nauseabundo y tóxico de las quemas sin que tengan una pronta solución, ya que ésta se ha transformado en el botín electoral de las autoridades de turno. O las personas que visitamos en Alto El Loa, que siguen sin recibir la ayuda que requieren, a pesar de la urgencia evidente de la catástrofe vivida.

La política sigue cursos que la alejan de lo cotidiano y la vuelven insustancial para los reales problemas que tenemos como región. Un claro ejemplo es la disputa que vemos diariamente entre la diputa Núñez y la alcaldesa Karen Rojo. ¿De qué sirve la próxima confrontación entre ellas?, ¿qué ganan los vecinos con esta disputa? Los medios podrán festinar con ello, los comentaristas llenarán de mensajes y reflexiones apoyando a una u otra, pero al final del día no tendrán ninguna objeción de inscribirse como equipo en una misma lista para el senado. Y todo el tiempo perdido en esta disputa solo lo pagarán los ciudadanos de a pie que seguirán con sus problemas sin resolver.

Por esto hay que rebelarse, debemos estar alertas, hay grupos de intereses, de amigos que se validan entre ellos, que manipulan la opinión pública, que se levantan entre ellos como candidatos y que construyen una estrecha mirada sobre nuestra región, en donde solo ellos ganan. Hay que negarse, estar alertas, no creer a primera vista lo que se dice, sino analizarlo y cuestionarlo. Hace mucho rato que las reales necesidades de nuestra región están siendo desplazadas por relatos insustanciales, disputas pequeñas y pequeños egos que solo buscan farándula. ¿Vamos a seguir comprando el discurso?… yo prefiero aprender de Ortega y Gasset: “Si queremos adultos libres y con capacidad de decisión propia, enseñar a dudar es imprescindible”.

By Ricardo Díaz Cortés, Consejero Regional

Ricardo Díaz es Consejero Regional (Core) por la provincia de Antofagasta y preside la Comisión de Salud y Medio Ambiente.

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