Con prácticamente el 100% de las mesas escrutadas, el candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro se convirtió en presidente de Brasil con el 55,1% de los votos, dejando atrás al candidato del PT, Fernando Haddad, quien obtuvo un 44,9% de los sufragios.
En unas reñidas elecciones celebradas este domingo 28 de octubre, finalmente Bolsonaro confirmó su triunfo, el que no ha estado exento de polémica, debido a los mensajes de odio que promueve el representante de ultraderecha.
Homofóbico, misógino, racista y apologista de la dictadura militar brasileña, Bolsonaro ha sido duramente cuestionado por basar su campaña en mensajes en contra de minorías sexuales, mujeres y otros grupos de la sociedad.
A esto se suman investigaciones periodísticas que revelaron que su estrategia electoral se basó en el envío de millones de mensajes mediante whatsapp y otras redes sociales, con noticias falsas en contra de su contendor político, lo que habría sido financiado de manera ilegal por un grupo de empresarios.
¿Qué llevó a Brasil a elegir a un candidato con este tipo de conductas y pensamiento, lo que representa un grave riesgo para la democracia? Los analistas no se han puesto de acuerdo, pero se aventuran a señalar que la corrupción que rodeó al principal partido de centro izquierda, el PT, podría ser una de las causas. A esto se suma la falta de respuesta a los graves problemas de delincuencia e inseguridad que vive el país sudamericano.
Lo cierto es que tras estos resultados, los defensores de la democracia deben estar en estado de alerta, en momentos en que presidentes como Donald Trump ponen en serio riesgo a las instituciones y el respeto a los Derechos Humanos en todo el planeta.