Ricardo Díaz Gobernador

Columna sobre la ceguera: los «ismos» que nos vendan los ojos

Por Martín Arias Loyola Ph.D. *

En su célebre libro “Ensayo Sobre la Ceguera”, el nobel Portugués José Saramago nos plantea una incómoda pregunta: ¿Somos tan civilizados como creemos? Para responderla, nos transporta a una nación sin nombre, donde súbitamente la población queda rápidamente ciega y, lo que parece ser un país civilizado, rápidamente involuciona, transformándose en semanas en una distopía donde las personas son deshumanizadas y transformadas en cáscaras fétidas, hambrientas y delirantes. En este mundo, el ver es tanto un privilegio como una maldición, ya que la última vidente debe responsabilizarse del bienestar de sus cercanos, mientras es obligada a ser la única testigo de la decadencia en la cual la humanidad se sumerge.

Durante las últimas semanas, la realidad chilena se ha visto sacudida por varias noticias que nos han llevado a escuchar una serie de opiniones extremistas, basadas en la ceguera que causa el odio, la intolerancia y, por sobre todo, el miedo. Entre estas, hemos visto a autoridades municipales, como la alcaldesa de Antofagasta Karen Rojo, apelar al sentido nacionalista en el contexto del juicio entre Chile y Bolivia en la corte de la Haya; llegando incluso a afirmar estar “dispuesta a dar la vida” por “defender este territorio”. Asimismo, el muchas veces acusado de racista, homofóbico e intolerante, José Antonio Kast, vio caer sobre él físicamente la violencia que tan impunemente ha pregonado a través de sus palabras cercanas al facismo más puro.

Estos son sólo dos ejemplos de algunos “ismos” tóxicos, que lentamente han tejido una telaraña en los ojos morales del país, tales como el nacionalismo, racismo, centralismo y machismo, por sólo mencionar algunos. Un “ismo” es un sufijo que en griego significa “doctrina o sistema” y, quizás por esto, los más conservadores comentan que son sólo inventos transparentes, producto de la imaginación de un grupo de resentidos. Algo de razón tienen, puesto que el cuerpo y el alma de quien recibe la violencia que estos ismos implican, claramente se resienten. Así, estos ismos crecen como cataratas, en comentarios o acciones que denigran a grupos de personas que ocurren en noticieros, plazas de nuestros barrios, los comedores de nuestras casas y bares con happy-hour. Cada día, somos testigos, pero muchas veces elegimos no ver y, así, nos contagiamos voluntariamente de esta ceguera moral que infecta desde académicos a trabajadores.

Mientras tanto, los que siguen con la vista moral sana, levantan la voz cada vez que alguno de los ismos antes mencionados trata de taparles la mirada. Ellas y ellos son los que protestan, gritan, se retuercen en mares de palabras, comentarios y foros, resistiéndose a recibir la venda mientras, generosamente, tratan de arrancarla de todos los otros. Además, los videntes se preguntan, ¿son acaso todos los “ismos” negativos? y a coro responden: claro que no. Cada idea, doctrina o sistema basada en el odio o el temor tiene su contraparte en una basada en la confianza y la tolerancia. Así, los nacionalismos y racismos se pueden transformar en multiculturalismo; los machismos en feminismos; los centralismos en regionalismos. Sin embargo, para reconocer esto es necesario ver, y ver no queremos. Seguimos cómodos en nuestra ceguera auto-infligida, producto de la pereza intelectual o, simplemente, la cobardía.

Cierro esta columna diciendo algo que, para mí, es importante: la ceguera moral no es incurable y cada día aquellos que ven las desigualdades del mundo, seguirán mostrándonos las evidencias brutales del daño a las víctimas que negamos. Quizás si hiciéramos un esfuerzo en levantar las manos y poner atención con nuestros oídos, palparíamos y oiríamos a aquellos quienes nos quieren hacer ver, ya que, en las palabras de Saramago “no es por el aspecto de la cara ni por la presteza del cuerpo por lo que se conoce la fuerza del corazón”. Quizás el reconocer esta fuerza sea suficiente para convencernos de remover las vendas, recuperar la vista y aplastar las arañas venenosas que tejen cegueras con palabras.

* Director Observatorio Regional de Desarrollo Humano (ORDHUM), de la Universidad Católica del Norte (UCN).

Related Post